sábado, 17 de noviembre de 2012

LOS ÚLTIMOS CAZADORES-RECOLECTORES DE ÁFRICA ORIENTAL: LOS HAZDA

Cuando estuve en Tanzania realizando la “Expedición Orígenes Humanos”, no podíamos dejar de visitar a la última etnia de cazadores, que se asientan en esta parte oriental de África.
Los Hadzabe alrededor de unos mil, viven en sus territorios nativos, en las amplias llanuras que rodean el lago Eyasi y está protegido por el bastión rocoso del Gran Rift Vallery. Sobreviven en pequeños grupos, se desplazan de forma nómada por el territorio, cazando y recolectando lo que el bosque les ofrece.
Tienen unos modos de vida, de cazadores-recolectores, que ha perdurado desde de hace 10.000 años, a pesar de la influencia a su alrededor de sociedades agricultoras, pero los hadza no conocen ni la agricultura, ni la ganadería.
Tuvimos que madrugar mucho para desplazarnos hasta sus campamentos, nos esperaba una salida de cacería con un grupo de Hadza. Salimos al alba, de su campamento, junto a cuatro cazadores emprendimos la marcha, les seguíamos sigilosamente para no interferir en su trabajo y no espantar a la fauna que nos rodeaba. Antes de comenzar la cacería, los más adultos, 


se preparan en una especie de pipa, rudimentaria, con tabaco para fumar, que se la van pasando de unos a otros, para acto seguido y, en el mismo lugar se ponen a preparar sus arcos y flechas.




Nos íbamos desplazando por matorrales espinosos y acacias erguidas, así, pasamos por un gran palmeral, muy deteriorado en esta época debido a la escasez de agua. Se desplazan por el bosque de forma sigilosa y observando el terreno, lo hacen tanto por tierra como trepando por los 


árboles, con gran agilidad, así, la primera presa que capturaron fue un gálago, de cola ancha, estos animales son pequeños suelen pesar de uno a 


dos kilos y su longitud oscila entre 25-40 cm, por lo que hay que cazar, unos cuantos para poder desayunar cuatro personas.


Cuando ya habíamos recorrido un gran espacio por la zona de arboleda y se había conseguido lo bastante para comer, pasamos a zonas más abiertas, para cazar ratones de campo. La técnica que utilizan para estos animales es el acecho, lo suelen esperar en las salidas de las pequeñas galerías que construyen en los terrenos áridos y,  de la forma más increíble, cazan un ratón de campo que no suele ser mayor que el grosor de sus arcos. En estos momentos te das cuenta de las características que mantienen vivo a ésta etnia, es el sigilo con el que se mueven por el bosque y la buena puntería que tienen, son capaces de cazar un gálago, a varios metros y entre la maleza que apenas son visibles.


Una vez que, los hazda consideran que los animales que han cazado son suficientes para su alimento del día paran y, en el mismo lugar, como son presas pequeñas las ponen sobre el fuego y les queman la piel, para dar paso a quitarles las vísceras, vuelta y vuelta, dan paso a su comida.


Los hazdas disfrutan de mucho tiempo de ocio, suelen dedicarse a la búsqueda de alimento, una media de cinco o seis horas al día.
Son gente pacífica, nunca han practicado la guerra o guerrilla entre etnias locales, que suele ser muy común en estas latitudes, su población nunca han sufrido brotes de epidemias, ni han sufrido hambrunas, practican un modo de vida en total sintonía con la naturaleza, y disfrutan de la dieta más saludable que existe, ya que, comen lo que la naturaleza les ofrece, de esta forma nunca alteran el ecosistema.
Normalmente los hazdas viven en pequeños grupos familiares y carecen de bienes, todo lo que poseen se lo pueden llevar al hombro, en sus cambios de campamento, no suelen estar más de un mes en un sitio. El trabajo lo tienen muy bien diferenciado, los hombres se dedican a cazar y recolectar miel, mientras que, las mujeres salen a recoger bayas, frutos y recolectan tubérculos.


Las mujeres viven libremente, su sistema es la autonomía individual, no sufren la subordinación a ningún hombre del grupo. Entre los hazdas no hay celebraciones, ni bodas, practican la monogamia, de hecho suelen cambiar de pareja a los pocos años. Los roles entre ellos están bastantes definidos, como he dicho antes, la mujer suele pasar el día recolectando y también elaboran esteras para el suelo de las cabañas que construyen con hojas de palma, también elaboran collares, con cuentas de plástico, que suelen adquirir con el trueque de la miel o bien de los souvenires, que les llevan los 


turistas. Sin embargo, los hombres a parte de las horas que les dedican a la caza, destinan el resto del día a dormir o enderezando los astiles de flechas, tallando arcos y afilando las puntas de las flechas, que suelen untarlas con el veneno de la rosa del desierto, que tiene potencia para matar a un búfalo. Normalmente cuando los hazda salen de caza, la presa, la llevan al campamento y la reparten entre todos; y si se encuentran con un animal grande, que ha muerto hace poco, son los hazda los que se desplazan a donde está el animal.


Es una tribu que tiene lengua propia (hadzane) y no se relacionan con ninguna otra y se resisten al establecimiento de unas normas. Durante la época colonial se intentó asentarlos, en dos ocasiones, y ambas terminaron con una epidemia de sarampión y con un alto índice de mortalidad.
En el año 1980, se intentó incorporarlos a un sedentarismo dándoles ganado, granos y herramientas para cultivar la tierra. Pero, los Hadza han sido siempre una sociedad cazadora y carecían de los conocimientos necesarios para llevar a cabo una agricultura.  Pero cuando, el grano se terminó y el ganado se consumió volvieron a su estado primitivo, de gente libre.
Actualmente, comparten su tierra inhóspita, del lago Eyasi, con los Datoga, que luchan una batalla perdida, contra el gobierno del progreso, que les esfuerza a la extinción de un estilo de vida que se ha prolongado en el tiempo, desde el Paleolítico.  El Hadza tiene lengua propia, no tiene jefes, ni casa, ni sistema político, vaga por la tierra, en pequeñas bandas, con poco sentido de tribu.
La usurpación de sus territorios de caza tradicionales ha avanzado rápidamente, fomentadas por las políticas gubernamentales, para el registro de tierras y por la agricultura, tanto el cultivo comercial de menor escala como la producción de trigo, de gran escala, financiada por el gobierno canadiense. Y los cazadores del lugar, han agotado los recursos silvestres dejando una tierra agreste.
Actualmente, hay algunas ONG que han intentado ayudar a los Hadza suministrándoles pantalones y cinturones, que es su única indumentaria y, a través de escuelas y colonias; pero estos esfuerzos han sido desviados hacia los grupos políticos dominantes en la zona como los Datoga y los Iraqw.  Hoy por hoy podemos decir que esta  sociedad cazadora está desapareciendo…
                         
                                                          

sábado, 3 de noviembre de 2012

LA CAZA


Partimos del hecho que la caza es uno, junto a la ganadería y agricultura,  de los primeros trabajos que realizan los humanos y se considera una actividad que cumple una función social, en el sentido que se realiza en grupo. Y tiene como  objetivo, el de alimentar a un grupo mayor.
Es una actividad donde se establece una reciprocidad entre los miembros del grupo, una vez que la presa es cazada se traslada al asentamiento, y allí, ésta es descuartizada y repartida entre los miembros del grupo.

Ilustración de Mauricio Antón

Las herramientas utilizadas para realizar este tipo de actividades estaban elaboradas con materia prima que el medio les proporcionaba.
Estos grupos utilizarán también otras materias primas como la madera para realizar lanzas o jabalinas y facilitar, así, las tareas de ojeo, persecución y acecho.
Así, tenemos, por ejemplo, las jabalinas de Lehringen (Alemania), las de Clacton-on- Sea (Inglaterra) y  las lanzas de Schöninge (Alemania).

Lanza de Schöninge

 El paso del pleistoceno inferior al medio se produce una mejora de la tecnología lítica que supondrá un cambio en las técnicas de caza y, por ello, un aumento de dicha actividad. El hecho de que estas comunidades mejorasen sus técnicas de caza no quiere decir que practicasen una caza desmesurada, sino que, los grupos humanos ejercerían un mayor control social y ecológico sobre las especies a cazar. 
Estos grupos humanos se convertirían en conocedores de los biorritmos de las especies animales que les rodean, por lo que ejercerían una movilidad estacional al amparo de sus presas estableciéndose un binomio naturaleza / humanos.
 Podemos considerar la caza como una de las actividades con más precisión y habilidad  de los modos de trabajo, de las bandas cazadoras.

Ilustración de Mauricio Antón

Este hecho lleva a las sociedades del Paleolítico a trasladarse y/o bien establecer sus campamentos con relación al conocimiento de dichos biorritmos, esto acompañado de unos cambios en la climatología, conllevará a que se establezca una simbiosis entre territorio-alimento.