martes, 20 de diciembre de 2016

LAS PRIMERAS EVIDENCIAS DE HUESO TRABAJADO / THE FIRST EVIDENCE OF BONE WORKED.

Hasta la fecha siempre se ha asociado la industria ósea junto a evidencias de registros fósiles, procedentes de contextos del  Paleolítico Superior.
Un reciente artículo publicado en la revista Nature, publicado por Andrea Zupancich, nos viene a determinar que en  la cueva de Qesem (Israel), con un registro del Paleolítico Inferior, se han hallado dos herramientas de sílex que presentan restos de material óseo en su filo. Dentro del mismo contexto cultural, pero no en el mismo nivel estratigráfico, se ha registrado un fragmento de tibia perteneciente a un gamo.  Este hueso presenta una serie de incisiones cortas y profundas, conectadas en un mismo punto y además superpuestas, lo que se ha identificado como un aserrado.
La solución que dan los investigadores, ante tales evidencias, es que los homínidos que ocuparon la cueva de Qesem habían transportado piezas seleccionadas de animales cazados; y después de consumir su carne, grasa y tuétano, ocasionalmente utilizaban los huesos de los animales desechados para usos diferentes que no eran los alimentarios.


Según los datos presentados en la revista se cree que tales hechos fueron practicados entre 420.000 y 300.000 años. Y que posiblemente sean las evidencias más antiguas hasta la fecha, relacionada con una fracturación intencional de hueso con fines que no son los alimentarios, utilizando para ello una serie de herramientas de sílex.

Referencia:
A. Zupancich, et al, 2016: Las primeras evidencias del uso de herramientas de piedra en el hueso  trabajado en la cueva Qesem, Israel. SCi.Rep.6, 37686.




domingo, 11 de diciembre de 2016

NUESTRAS PIONERAS EN ARQUEOLOGÍA: María Encarnación Cabré Herreros.

María Encarnación Cabré fue una pionera dentro del mundo de la Arqueología, aunque, podemos decir que se crío entre cerámicas, vasijas, molinos y todo tipo  de registro arqueológico, ya que, era hija del prestigioso arqueólogo Juan Cabré y éste hecho le dio la oportunidad de estar en contacto con excavaciones desde una edad muy temprana, además de un bagaje de conocimiento  que  fue forjando una vocación por esta especialidad.
Corría el año 1911 cuando nació Mª Encarnación, en una época en que el panorama laboral para la mujer era casi inexistente; en esta época las únicas salidas laborales que tenían las mujeres eran el magisterio, archivos y bibliotecas; será ésta última, la que le abrirá las puertas a la mujer para  tener acceso a la Arqueología. Pero Mª Encarnación ya desde pequeña acompañaba a su padre a las excavaciones, era su más estrecha colaboradora, realmente participó en varias campañas que se realizaron en el Castro de Las Cogotas (Cardeñosa, Ávila) y en la necrópolis de La Osera; de hecho, realizaba multitud de dibujos de las piezas recuperadas de una excelente calidad y siempre tomaba notas in situ, en su cuaderno de campo, sobre los trabajos que se realizaban en las excavaciones en el día a día.  Con apenas 18 años ya participó en el IV Congreso Internacional de Arqueología, celebrado en Barcelona, en 1929, que estaba presidido por Mélida y actuaba como secretario Bosch Gimpera, allí presentaría junto a su padre una comunicación sobre la cerámica de Cogotas.
Para ello, estudió Filosofía y Letras, sección Historia, en la Universidad Complutense de Madrid, que finalizó en 1932. Ya antes de terminar la Licenciatura participó en el XV Congreso Internacional de Arqueología y Antropología Prehistórica, que se celebró en Portugal, donde presentó un estudio sobre cerámica peninsular. También sustituyó a su padre en la excavación de Alcalá de Azaila (Teruel), sin haber terminado aún, sus estudios. Cuando finalizó su Licenciatura se matriculó para realizar los cursos de Doctorado, para ello solicitó una beca de la Junta Superior de Ampliación de estudios de Madrid, para poder asistir a cursos en las Universidades de Berlín y Hamburgo, donde llevó a cabo cursos de Prehistoria y Etnografía. En esta época obtuvo una beca para participar en el Crucero del Mediterráneo (para realizar prácticas de arqueología) y a su regreso obtuvo un puesto como profesora ayudante en el departamento de Arte de la Universidad Central.
Viajó por varios países para impartir conferencias y reunir información para su Tesis Doctoral, que no llegó a terminar, entre ellos se encontraba: Marruecos, Alemania, Francia, Austria, Italia, Checoslovaquia y Suiza. Quizás, uno de sus trabajos más reconocidos fue el que realizó en la cueva de los Casares, en Riba de Saelices (Guadalajara), donde llevó a cabo los grabados de arte rupestre paleolíticos, y los dio a conocer tanto en Inglaterra como en Alemania y en Bruselas, en el XVI Congreso Internacional de Antropología.
Su trabajo más meritorio podemos decir que fue el de salvaguardar el patrimonio artístico que teníamos en el Museo Nacional, durante el período de la Guerra Civil Española. Durante este periodo Mª Encarnación se quedó en Madrid con su padre, (que rechazó la propuesta de trasladarse a Valencia cuando estalló ésta), que por aquella fecha era director del Museo Cerralbo. La guerra afectó negativamente en la vida de Encarnación porque tuvo que abandonar su fase investigadora y pública que había llevado hasta ese momento. En 1939 contrajo matrimonio y tuvo ocho hijos. La vida familiar y los acontecimientos políticos que la rodeaban, unidos a la muerte de su padre y la de una de sus hijas, fue mermando poco a poco la vida laboral tan fructífera que había llevado; aunque nunca se separó totalmente de la Arqueología, así, mandaba trabajos a la revista de Guimaraes y a revistas de Prehistoria españolas, así como, a congresos; pero siempre con el objetivo de mantener vivo el nombre de su padre que había fallecido en 1947.
Cuando uno de sus hijos, Juan Antonio, terminó la Licenciatura de Filosofía y Letras, Encarnación volvió poco a poco a retomar sus estudios arqueológicos y colabora con su hijo en dichos trabajos.

Referencias:  

 - Baquenado Beltrán, I., 1993: “Encarnación Cabré Herreros. La primera mujer en la arqueología española”. Revista de Arqueología, 146. 
 
Encarnación sentada junto a una vasija hallada en el Cerro de El Castillo (Cardiñosa, Ávila) 1928. Foto: Ministerio de Cultura. Fototeca del Patrimonio Artístico Archivo J.Cabré.

Encarnación tomando notas de un hallazgo en la necrópolis de La Osera. Foto: Ministerio de Cultura. Fototeca del Patrimonio Artístico Archivo J.Cabré

Encarnación, en la necrópolis del castro de Las Cogotas (Cardiñosa, Ávila) 1927. Foto:Ministerio de Cultura. Fototeca del Patrimonio Artístico Archivo J.Cabré.