miércoles, 30 de noviembre de 2011

TRES ESPECIES DE ÉQUIDOS HIPPARION EN TERUEL


Molar de Hipparion laromae    
Los trabajos de excavación realizados en Puente Minero (Teruel), por un equipo de  la Fundación Dinópolis, y dirigidos por María Dolores Pesquero, han dado a luz tres tipos de especies de équidos de hace aproximadamente 8 millones de años.
Entre las especies registradas tenemos el Hipparion laromae, en menor proporción el Hipaarion matthewi, que también, se han encontrado restos en Valencia, en el yacimiento de Venta Moro, y la tercera especie de herbívoros es el Hipparion longipes que se caracteriza por tener unos metápodos más grandes que la de sus coetáneos.
El Hipaarion matthewi es el más pequeño de los tres y evolucionó a otras morfologías más pequeñas, en la cuenca de Teruel, y tuvo una abundante proliferación en la zona, como así, lo demuestra la cantidad de restos que  sean encontrado de esta especie. Cómo la mayoría de los caballos vivían en manadas, su depredador más directo era el tigre dientes de sable.

viernes, 11 de noviembre de 2011

EL CAMBIO CLIMÁTICO Y LA ACTIVIDAD HUMANA CAUSARON LA EXTINCIÓN DE DOS ESPECIES DE MEGAFAUNA HACE 16.000 AÑOS.


Este mes, la revista Nature ha publicado un trabajo realizado, conjuntamente, entre la Universidad de Copenhague (Dinamarca) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas CSIC, donde dan a conocer, los resultados de las investigaciones llevadas a cabo con restos de megafauna pertenecientes al Paleolítico Superior (35.000 años y 10.000 años).
Han concluido que la desaparición de algunas especies se debió a los efectos del cambio climático acaecido en la época  y al impacto humano.
Durante este periodo, en Eurasia y América del Norte se perdieron entre el 36% y el 72% de los género Equus ferus y Bison priscus, coincidiendo con el último glaciar de hace unos 20.000 años. 
Los resultados del estudio atribuyen la desaparición del tarpán y del bisonte estepario a la combinación de dos factores debido a que los restos de ambas especies son los más abundantes en las regiones con asentamientos humanos. Aunque, el inicio de su declive coinciden con el último máximo glacial.


Para el estudio se han basado en el análisis de 846 secuencias de ADN mitocondrial, 2.996 restos de megafauna y 6.291 residuos de los asentamientos humanos, de aquella época en Eurasia, para establecer la relación espacial y temporal entre las poblaciones humanas y la de los animales. Este estudio se ha contrastado también con los modelos climáticos de hace 42.000, 300.000 y  6000 años.
De las especies estudiadas cuatro de ellas están actualmente extintas y corresponden al rinoceronte lanudo (Coelodonta antiquitatis), al mamút lanudo (Mammuthus primigenius), al bisonte estepario y al tarpán (Equus ferus).
El resto de las especies analizadas aún se conservan poblaciones vivas y corresponden al caballo doméstico (Equus caballus), al reno (Rangifer tarandus), al buey almizclero (Ovibos moschatus) y al bisonte americano (Bison bison).
Estos análisis vienen a confirmar lo que en anteriores trabajos se viene manifestando (Cáceres, 2003; Ruiz Bustos 1982) como influye el cambio climático y la deriva genética en el desarrollo de la fauna, donde la renovación faunística se puede dar en el área geográfica, sin necesidad de emigración, donde dicha deriva genética, actúa en una misma dirección o bien alternando cíclicamente sobre varias, favorece a uno o varios morfotipos de la población sobre los demás.

BIBLIOGRAFÍA:

Eline D. Lorenzen et. al. (2011). Species-specific responses of Late Quaternary megafauna  to climate and humans. Nature

CÁCERES SÁNCHEZ, I., 2003: La transición de las sociedades cazadoras-recolectoras a pastoras-agricultoras en el mediodía peninsular a través de los restos óseos .Modos de vida y de trabajo de las sociedades cazadoras y productoras.  BAR. International. Series 1194. Oxford. Oxford. Londres.

RUIZ BUSTOS, A., TORO MOYANO, I., MARTIN SUAREZ, E., ALMOHALLA GALEGO, M., 1982: “Proceso evolutivo durante el Cuaternario Medio y Superior en las poblaciones de pequeños mamíferos del sur de la Península Ibérica. Condiciones climáticas que implican e importancia bioestratigráfica”. Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada. Vol. 7, pp. 9-35. Granada.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

HALLAZGOS DE CÁNIDOS DOMÉSTICOS EN EL PALEOLÍTICO



En la región de Predmostí, en la República Checa, un grupo de investigadores entre los que se encuentran los paleontólogos Mietje Germonpré y Rob Losey han descubierto los restos fósiles de tres cánidos, en un registro del Paleolítico, donde uno de ellos portaba un hueso de mamut en la boca, considerado como una señal de ritual de la época.


Los científicos consideran que los tres animales fueron enterrados siguiendo un ritual y que un humano pudo colocar el hueso de mamut en la boca, de uno de estos perros, para que “estuviera alimentado y acompañara su alma y la de su dueño en su viaje después de la muerte”.


Los cráneos de los animales muestran signos de haber sido perforado, por lo que los investigadores le dan un significado asociado con la liberación del espíritu, una vez que el animal ha muerto, se le extrae su cerebro para que el espíritu pueda ser libre.
La paleontóloga Germonpré considera que se trata de cánidos domésticos, a diferencia de los registros de lobos, y de especies más modernas, por la estructura de su cráneo y de su paladar. Sus cráneos, explica Germonpré, “son similares al de un Husky siberiano, aunque más grandes y pesados que los ejemplares que conocemos actualmente”.
Se trata de animales gran tamaño que pesaban alrededor de 35 Kg y al parecer eran utilizados como animales de carga para transportar huesos, carne o leña.
Los investigadores consideran que el proceso de domesticación de los cánidos se llevó a cabo miles de años antes de lo previsto.
Este hallazgo está relacionado con el que se llevó a cabo hace unos meses en Siberia, en el cementerio Shamanka, cerca del lago Baikal, por investigadores de la Universidad de Alberta (Canadá), de un Husky (una raza de perro utilizados como perros de trineos) que al parecer era la mascota, de una familia prehistórica (7.000 años).
Según los análisis  del ADN viene a confirmar que comía los mismos recursos que los humanos encontraban en su medio como pescado, carne de foca, venados, pequeños mamíferos y algunos vegetales.

                                                     

El animal se encontraba tumbado de lado, en uno de los niveles de una profunda fosa, donde también se han hallado cinco esqueletos humanos.
El paleontólogo Robert Losey afirma que "como los humanos, el perro fue sepultado con otros elementos, como una larga cuchara hecha de madera".

Reconstrucción de cómo estaba enterrado el perro
Según la revista Journal Archaeology

También se ha descubierto el esqueleto de un lobo junto al cráneo de una de las personas enterradas, por lo que,  Losey afirma que "quizás lo hicieron para que el animal actuara como su protector en el más allá. Teniendo en cuenta la concepción que los pueblos nórdicos tenían sobre los animales, en tiempos históricos, lo enterraron como si fuera un pensamiento, una conducta social, como si fuera un humano. Porque sabían que tenía alma y lo enterraron para protegerla adecuadamente". Y porque había convivido con ellos, "ya que su esqueleto, su columna vertebral, sugiere que lo usaron para transportar cargas".
Según los antropólogos, los humanos pudieron usar al perro para transportar los útiles cotidianos que empleaban para pescar, cazar, recolectar alimentos o conseguir leña.
Los nuevos registros nos vienen confirmando que el proceso de la domesticación, se ha producido bastante antes de lo que el historicismo nos ha confirmado y que ya en el Paleolítico la domesticación ya existía.