jueves, 25 de junio de 2015

APROVECHAMIENTO ANIMAL




El estudio de los restos óseos en un yacimiento (zooarqueología) nos proporciona una gran información para el conocimiento de las sociedades prehistóricas, entre ellos, tenemos el estudio de la dieta, el hábitat, la estacionalidad, la posición del animal en la cadena trófica, ecosistemas y los modos de vida y de trabajo, de estas sociedades.
Son numerosos los asentamientos que nos aportan datos sobre el aprovechamiento cárnico de los animales, por parte de los homínidos, y nos han quedado registrados a través de las marcas de corte producidas por instrumentos líticos.
En un principio, mediante la caza o la apropiación,  los homínidos persiguieron el aprovechamiento de la carne, por ser un alimento muy nutritivo, y contener proteínas de alta calidad,  fue uno de las causas que influyó en el crecimiento cerebral,  por la gran energía que aportaba al organismo.
Además de la carne como recurso principal, a la hora de capturar a un animal, hay que destacar que hay una serie de subproductos o productos secundarios, que son de gran beneficio para los humanos, debido a que estos despojos presentan una diversidad de características físico-químicas de gran utilidad.
Entre estos productos secundarios que podemos extraer de un animal tenemos, por ejemplo: la sangre, la grasa, leche, huevo, hueso, la piel, cuernos, marfil, plumas, garras, etc.
La documentación de algunas de estas sustancias orgánicas, en un contexto arqueológico, no es fácil recuperarla debido a su degradación y a la transformación de las materias orgánicas que la componen. Hay que recurrir a una serie de análisis con técnicas de espectrometría y cromatografía; en España éste tipo de analíticas no está aún muy extendida.
 La práctica de la caza, en un principio, tiene unas estrategias económicas de subsistencia, pero a partir del paleolítico medio y superior, vamos viendo a través de los registros fósiles cómo los animales abatidos aportan una materia prima muy preciada para la fabricación de utillaje y para la elaboración de objetos de adorno personal, bien con un carácter simbólico o religioso.  Estas materias primas las podemos clasificar en dos tipos: las materias blandas y duras.
En este post nos centraremos en las blandas (piel, pelo, lana, plumas, grasa, tendones, vísceras, excrementos),  más tarde abordaremos las duras.
En los climas templados estos tipos de materiales son difíciles de encontrar en un yacimiento, solamente en los ecosistemas desérticos,  en las ocupaciones litorales y en los turberas ácidas son los lugares idóneos para que estos tipos de tejidos puedan recuperarse, como por ejemplo, los hallazgos en las turberas irlandesas (Clonycavan, Cloghan man) o en las danesas (Lindow, Borremose).
También en los sitios muy fríos se permite una conservación de los materiales orgánicos, como el caso de mamut lanudo, se ha podido determinar su ADN mitocondrial que se ha conservado perfectamente en el permafrost siberiano y llama la atención su color rubio rojizo, o  bien, el hombre de Ötzi, en Austria.
Respecto a la piel es otro de los elementos utilizados por los humanos, y sus derivados como el pelo, el cuero y la lana.
A la piel de los animales hay que unirle el cuero, que es la piel curtida, así como, el pergamino (piel seca y exenta de pelo).
Así, por ejemplo, en la cueva de Lazaret (Niza), fue utilizada por cazadores-recolectores del Achelense, cuando se excavó el vestíbulo de la entrada, se registro una cabaña que tenía una estructura de pilotes de madera unidos por tiras de cuero,  y la cubierta era de pieles de animales.
También tenemos registros  de cuero de hace 5.500 años, en la provincia de Vayotz Dzor, en una cueva de Armenia, donde se ha encontrado el primer calzado realizado en cuero del período Calcolítico. También, contamos con la indumentaria, que llevaba el hombre de Ötzi, que constaba de un gorro de cuero, chaleco, polainas, riñonera de piel de cabra, zapatos, carcaj, y cordones para sujetar el hacha. También tenemos los hallazgos de las turberas danesas, holandesa e irlandesa donde se han encontrado gorro de piel de oveja, cinturones o la funda de cuero de oveja para guardar una daga.
La lana es otro de los productos que ha supuesto una gran avance en el desarrollo de las sociedades humana. El fieltrado de la lana precedió al tejido de la misma.
En la península tenemos registros de ella, en la edad del bronce, en concreto el enterramiento del Hombre de Galera, con 5.000 años de antigüedad, conserva perfectamente las dos trenzas laterales y una coleta. El niño que estaba a su lado se encontraba envuelto en una especie de sudario que fue realizado en lana no tricotada, sus fibras forman una especie de fieltro. Y en las pantorrillas, también, se han encontrado restos de una redecilla fabricada en esparto y junto a ella una especie de espinillera, elaborada en lana, para evitar los golpes en las pantorrillas.
Los tendones y vísceras eran utilizados desde el paleolítico superior para la elaboración de cuerdas, para atar y sujetar, así como, para la fabricación de arcos, y posiblemente, desde el paleolítico medio se utilizaría para atar las puntas y hojas de sílex a los mangos de madera, hasta que, fue sustituida por pegamentos elaborados con resinas de los árboles que resistían mejor y no se movía con el uso.
Las plumas de las aves es otro de  los recurso utilizados por los neandertales. En concreto en la Grotte di Fumane, en un nivel musteriense del yacimiento (44.000años de antigüedad), se ha registrado una concentración de restos fósiles de aves (córvidos, buitres, rapaces…) con marcas de cortes en los huesos de las alas. Gracias a los estudios tafonómicos y arqueozoológicos se ha podido determinar  evidencias de marcas de corte , raspado y fracturas en las alas de estas aves, lo que evidencia que los neandertales extraían las plumas de las aves para utilizarlas como adorno personal o algún sentido simbólico. Se han hallado más de 22 especies de aves diferentes lo que hace determinar que este tipo de aves no tienen un aprovechamiento cárnico, no suelen estar incorporadas a un consumo alimenticio, salvo extrema necesidad, y según el registro arqueológico sólo se han encontrado las huellas de marcas en las alas, no estando presente en las demás partes del cuerpo; sin embargo este tipo de aves tienen unas plumas largas y de diferentes coloridos por lo que su uso más probable es de adorno personal.
En las cuevas de Gibraltar, también, se han registrado 21 especies, halladas en tres cuevas diferentes. Y se han encontrado marcas de corte en 18 individuos de los 124 analizados. Se cree qué los neandertales utilizaban las plumas como adorno personal.
La grasa animal (sebo y tuétano) también ha sido utilizada a lo largo del paleolítico, bien como aislante corporal o como combustible para la iluminación artificial, en las cuevas. El hábitat en cueva llevo a los grupos humanos a utilizar la grasa animal para la iluminación y poder adentrarse, así, en la penumbra y en los sitios más recónditos, a salvo de los depredadores. Los registros que disponemos son del paleolítico superior (magdaleniense), en cuevas de la Dordoña, en Francia y en la península en cuevas del norte, cueva de Nerja y en cueva de la Pileta (Málaga), en concreto en la Sala del Lago se encontró una lámpara portátil de piedra, con restos de combustión en su interior.
En la cueva de Ardales (Málaga), se han realizado trabajos experimentales con cera de abeja, dando unos resultados excelentes, debido a la consistencia de esta materia, más compacta y menos fluida que la grasa animal siendo una alternativa a  las antorchas.
En las sociedades neolíticas se empezó a utilizar los excrementos, de los animales como abono, para la construcción y como combustible. Hoy día muchas tribus africanas utilizan los excrementos de los animales mezclados con barro y hojas para construir sus casas (manyattas) y las tribus siberianas como combustible calorífico.




Zapato hallado en Armenia. Foto: Internet.


Grasa de tuétano para alumbrarse. Foto: Arte sureño

Industria lítica enmangada. Foto: Internet.

Restos de excremento para hacer fuego en las comunidades masais.



martes, 16 de junio de 2015

ZOOARQUEOLOGÍA: El Mamut Lanudo




Durante el cuaternario se han producido una serie de episodios glaciales, seguidos de otros interglaciales. En estos episodios, conocidos como “Edad del Hielo”, se han desarrollado una serie de especies que estaban adaptadas a un frío extremo. Entre éstas especies se encuentra el  Mamut lanudo (Mammuthus primigenius).
Su desarrollo se genera a partir del mamut de las estepas, por lo que encierra una serie de características propias. Su cuerpo estaba recubierto de una espesa piel lanuda, y constituida por cerdas, que son pelos gruesos con una longitud de casi un metro y crecían alrededor del cuello y en el pecho; y  revestido de una epidermis de unos 2 cm de espesor y debajo una capa de grasa, de unos 9 cm de grosor, para soportar los fríos de la glaciación. Sus orejas eran pequeñas y en su espalda portaba una joroba muy pronunciada donde acumulaba energía. Tenía como media una alzada en la cruz de unos 3 metros. Lo que más impresionaba de su fisionomía eran sus largas defensas arqueadas, de hasta 5m de longitud y estas no dejaban de crecer hasta la muerte del animal. 
Desarrollaron una dentición especializada en pequeñas crestas de esmalte, su mandíbula estaba formada por 24 premolares y molares que crecían cuando estas se desgastaban.
Estos proboscidios se extendieron por toda la estepa euroasiática y norteamericana, se desplazaron desde Siberia hacía la Península Ibérica, hace 150.000 años de antigüedad, y han perdurado hasta hace unos 40.000 años (el máximo glaciar de la última glaciación).  En general, podemos decir que los mamuts son animales migratorios y viven en manadas, están fundamentalmente influenciados por las condiciones climáticas, del lugar, por lo que suelen realizar migraciones de media y larga distancia.
En la Península Ibérica se han encontrado restos de mamut en unos 72 yacimientos repartidos, principalmente, por la zona norte (Asturias, Cantabria, País Vasco), Cataluña, zona  centro, y en el sur peninsular. 
El hallazgo del primer registro fósil,  se llevó a cabo  en 1877, en Cantabria, y la mayoría de los registros encontrados corresponden a finales del pleistoceno medio.
El yacimiento más meridional donde se han registrado restos fósiles, de este animal, ha sido en la zona Padul (Granada), los primeros en estudiarlos fueron los paleontólogos Emiliano Aguirre y Ana Mazo (1982) que determinaron que se trataba de unos mamut lanudo que tenían las mismas características morfológicas que los del resto de mamut de Europa. En este yacimiento se recuperaron cuatro ejemplares, se puede considerar, hasta la fecha, como el registro más completo de la Península. 
Gracias a la concentración de polen fósil, que se ha registrado en la turbera de Padul, se ha podido establecer una datación cronológica ,que se sitúa a finales del Terciario, con una extensión hasta el periodo  Würm, con unas condiciones climáticas de frío intenso y árido, propicias para el hábitat de estos grandes proboscidios.
En estos restos fósiles se han llevado una serie de analíticas, realizadas por el investigador A. Delgado, basadas principalmente en Espectrometría de masas de razones isotópicas y técnicas de microscopia electrónica de barrido, donde se ha determinado que los mamut que habitaron en la laguna de Padul lo hicieron en una zona esteparia y de aridez; y migraban en los momentos que las condiciones climáticas se volvían hostiles; convirtiéndose así la turbera de Padul en un paleorefugio natural para la fauna.
Su extinción a finales del paleolítico medio e inicios del superior tenemos que atribuirla, principalmente, a un cambio climático que se produce en el último máximo glaciar, de la última glaciación, donde el clima se fue haciendo cada vez más frío y seco pasando paulatinamente a un clima más cálido y húmedo que llevo consigo una transformación de la vegetación, donde las plantas herbáceas dieron paso a las gramíneas y plantas arbustivas, menos rica en proteínas, que llevo consigo la desaparición de los mamut.
Los rasgos característicos de esta especie fue conocido y reflejado por los artistas del paleolítico,  que lo han manifestado en el arte parietal de las cuevas, sobre todo en las de Tito Bustillo y Pindal, y la zona de la Dordoña (Francia).
Para dar a conocer la presencia de estas especies en nuestro país se han llevado a cabo una serie de proyectos para su divulgación y conocimiento, por un lado tenemos, el desarrollado en la Laguna de Padul (Granada), con el “Parque del Mamut”, con idea de potenciar una afluencia turística a la zona, donde se ha creado el Aula de la Naturaleza “El Aguadero” para dar a conocer el patrimonio natural, cultural y monumental de Padul.
Y en Barcelona, en 2010, abrió sus puerta el “Museo del Mamut”, que contiene una exposición dedicada a los animales de la Edad del Hielo.
Actualmente, en la zona de Siberia y Alaska se han recuperado una serie de mamut lanudos congelados y no fosilizados, por lo que está siendo de gran utilidad a la comunidad científica para su estudio, de hecho el mamut es una de las especies extintas que mejor se conoce incluso se plantea la clonación de la especie utilizando su ADN en óvulos de elefantes asiáticos.


Fragmento de molar inferior procedente de la turbera de Padul


Turbera de Padul (Granada)

Pintura rupestre de mamut lanudo en la cueva de Rouffignac (Dordoña, Francia)





martes, 2 de junio de 2015

EL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DE BAELO CLAUDIA (Tarifa-Cádiz)

Podemos decir que Baelo Claudia es la ciudad hispanorromana mejor conservada de la provincia de Cádiz. Su historia se remonta al s. VIII. a. de. C, con un núcleo originario en el oppidum de la Silla del Papa; y fue creciendo y desarrollándose hasta la crisis del s.III d. C, en que fue abandonada por una serie de circunstancias, por una parte naturales y por otras económicas, y que hasta la fecha no conocemos, pero el estudio del registro arqueológico nos irán dando las claves de este abandono.
Según las últimas investigaciones, ya se puede ir determinando, que Baelo Claudia fue el resultado de la evolución del sustrato mestizo autóctono y su relación con la llegada de poblaciones alóctonas (africanas y romanas), para llevar a cabo una serie de actividades económicas como las pesquero-conserveras; debido a su excepcional situación estratégica, entres dos mares, que le permite entablar un comercio con los demás emporios norteafricanos y peninsulares.
Gracias a estas intervenciones arqueológicas realizadas en el yacimiento, hoy  día, podemos contemplar casi todos los elementos urbanísticos de que disponía una ciudad romana, representada con una arquitectura pública que adquiere un carácter monumental; tal es el caso del cercado por una muralla, sus vías principales donde se distribuían sus servicios de carácter público como: templos, la curia, el foro, los tribunales, basílica, mercado, termas, necrópolis; y sus servicios de carácter privado como: tiendas, tabernas, viviendas y fábrica de salazones con sus dos domus.
En este yacimiento, los trabajos arqueológicos se vienen realizando puntualmente  desde el año 1870, siendo su descubridor el hispanista francés Pierre Paris que fue el primero que realizó una serie de campañas y por donde han pasado, evidentemente, una serie de arqueólogos como: Félix González, Jules Fergus, G. Bonsor, M. Pellicer, R.E Linigton, D. Domengue, que desarrollaron sus trabajos en diferentes zonas del yacimiento. También, hay que destacar la labor que llevaron a cabo los arqueólogos de la Casa de Velázquez que comenzaron sus trabajos, en 1966, con la colaboración de arqueólogos españoles como A. García Bellido, C. Posac, R. Corzo…
A partir del año 2000 al 2004, se hicieron cargo de los trabajos arqueológicos, los profesores de la Universidad de Cádiz, Alicia Arévalo y Darío Bernal, y llevaron a cabo una serie de intervenciones arqueológicas en la Cetariae, en concreto en el barrio industrial meridional de la ciudad, que se puede considerar que se trata de un barrio industrial polifuncional que correspondería a la época tardorrepublicana-ausgusta.
Estos trabajos estuvieron enmarcados bajo los denominados Cursos Internacionales de Arqueología Clásica, en Baelo Claudia, y se hicieron extensibles a Punta Camarinal. Es la primera vez que se realiza, en este yacimiento, un trabajo con un equipo multidisciplinar, dando cabida a estudios de geoarqueología, paleomorfología del litoral, estudios polínicos, estudios de los recursos faunísticos, tanto terrestre como ictiológico, y análisis sedimentológicos.
En este estudio, de los restos faunísticos, llevé a cabo el análisis de la fauna terrestre. El material óseo correspondía de los sondeos realizados en la zona tanto altoimperial (s.II d.C) como de los sondeos de la época bajo imperial (s.III-IV d.C).
La cabaña ganadera tanto en una época, como en otra, era bastante homogénea con una representación de ganado vacuno, caprino, ovino y porcino, en cuanto a las especies cinegéticas estaban presente el ciervo, jabalí, conejos y aves, el caballo también tenía su representación, posiblemente, sería utilizado en las labores de deforestación del pinar que había en la zona. El paisaje en esta época era claramente mediterráneo y antropizado, con unas condiciones climáticas, que favorecía el asentamiento y el desarrollo de la ganadería.
Del estudio arqueozoológico se desprende que los restos encontrados en el barrio industrial meridional corresponden a restos de desechos de mesa, y han sido la base de consumo de la población. También podemos afirmar que la base de su economía ganadera no está centrada en una ganadería selectiva como ocurría en la factoría de salazones de la zona, en concreto  en la ciudad de IuliaTraducta (Algeciras),  sino que, parece ser una ganadería más indiferenciada donde se desarrolla una cabaña diversificada, tanto a nivel de especies, como en el aprovechamiento de las mismas.
Este barrio industrial meridional se corresponde con un modelo urbano de sociedad donde se desarrolla una economía pesquera-ganadera y conservera, con una tendencia ganadera de subsistencia acompañada de una explotación industrial de salazones, con un comercio totalmente desarrollado desde su puerto.
A partir del año 2010 al 2012  se llevó a cabo un nuevo Proyecto General de Investigación “La economía marítima y las actividades haliéuticas en Baelo Claudia”. El registro de estas intervenciones han dado como resultado el descubrimiento de un suburbium en la parte oeste de la ciudad, donde se han excavado unas Termas Marítimas, activas entre los siglos II y  el V  d. C,estaban compuestas por cinco habitaciones y su frigidarium y algunas salas caldarium que se encontraban decoradas con una rica ornamentación arquitectónica de mármoles y esculturas entre la que se encuentra una copia del Doríforo de Policleto, ubicado en una hornacina semicircular, que presidía la gran piscina. También se ha podido documentar las trazas de lo que sería un cuarto acueducto de la ciudad que tendría la función de suministrar agua al conjunto termal, así como,  un mosaico con motivos marinos. Gracias a los trabajos geofísicos se ha podido determinar la existencia de dos terremotos en la zona, el primero impulsó el abandono del yacimiento, en el siglo V, y con la recuperación en la época medieval se perciben los muros de las termas desplomados, a finales ya del siglo XIII.
Paralelamente a estos trabajos  se está llevando a cabo otro Proyecto General de Investigación sobre “Muerte y Ritual Funerario en Baelo Claudia” que está dirigido por Fernando Prados Martínez, profesor de la Universidad de Alicante. Los trabajos comenzaron en 2012 y se prolongaran hasta 2018, aunque los trabajos comenzaron en 2009 y 2011 con actuaciones puntuales de limpieza e identificación de los enterramientos y ajuares.
En la campaña de 2012, los hallazgos fueron ya bastantes prometedores con unos registros de estelas funerarias, tumbas de cremación y sepulcros con sus ajuares completos, in situ. También hay que destacar el hallazgo de una vía funeraria principal pavimentada y se ha determinado sus características gracias a los trabajos de geofísica que se han aplicado, fijando su superficie pavimentada en 4m de anchura por 1m de potencia y fue construida a mediados del siglo I d.C. Este descubrimiento permite a los investigadores conocer el trazado oriental de esta calzada que delimitaba la costa gaditana desde la población de Carteia, hasta Gades.
De especial relevancia ha sido el hallazgo de un Mausoleo tardorromano, ataviado con una mesa de ofrendas, y varios sepulcros que conservan sus ritos funerarios bástulo-púnicos de sus creencias religiosas y la incorporación de nuevos dogmas religiosos a partir ya del s. I d.C.
Todo este conjunto de restos de sepulcros, ajuares, restos de banquetes funerarios, así como,  los trazados de los ejes viarios, nos darán a conocer, cuando se ultimen los estudios, de cómo sería esta necrópolis o ciudad de los muertos de Baelo.
En general, podemos decir que en el Conjunto Arqueológico de Baelo Claudia se está realizando una buena gestión del patrimonio arqueológico, así como, un modelo de educación y gestión cultural; todo ello, conlleva un programa sostenible para la población local. A parte de llevar a cabo tareas de prospección, excavación y conservación del registro, se ha integrado entre sus ofertas, al visitante, una serie de programas de dinamización y puesta en valor del mismo; a través de una serie de actividades, que se llevan a cabo a lo largo de todo el año, como son visitas guiadas, visitas guiadas con figurantes, ciclos de conferencias, representaciones de teatro y actuaciones musicales. Lo que hubiese disfrutado B.B. King (que nos ha dejado hace unas semanas) tocando su guitarra en este escenario, su swing hubiese levantado hasta los mismos indígenas  de Baelo.

Referencia:

- A. Arévalo y D. Bernal, 2007: Las Cetariae de Baelo Claudia. Avance de las investigaciones arqueológicas en el barrio meridional. Arqueología Monografías.

- F. Prado, I. García, H. Jiménez, 2014: “Cien años de arqueología funeraria en el estrecho de Gibraltar: nueva investigaciones en la necrópolis de Baelo Claudia (Tarifa-Cádiz)”. Saguntum 46.




Vista general de la ensenada de Bolonia

Vista aérea del yacimiento

Registro faunístico






Doríforo