miércoles, 13 de diciembre de 2023

La explotación de carne de elefantes por grupos de neandertales, en la llanura del norte de Europa.

 

Ilustración de neandertales cazando Palaeoloxodon antiquus en las llanuras del norte de Europa.

Un reciente trabajo nos confirma que los neandertales, hace 125.000 años, cazaban elefantes. Lo llamativo de este trabajo, no es la caza de grandes herbívoros, sino la gran cantidad de alimento que se genera con este tipo de actividad, parece ser, que estos grupos de neandertales estaban dedicados a la explotación de recursos cárnicos, evidencias que son tangibles en el yacimiento arqueológico.

El estudio está liderado por la arqueóloga Sabine Gaudzinski-Windheuser, de la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz, y se desarrolla en la parte central de Europa, durante el último interglaciar, en concreto en el yacimiento de Neumark-Nord, cerca de Halle en Alemania, en un paraje dominado por un gran lago.

Se han recuperado 57 ejemplares de Palaeoloxodon antiquus. El estudio determina que los neandertales tuvieron acceso directo a las carcasas de estos animales y, al menos durante unos dos mil años, se dedicaron a la caza de estos grandes ejemplares, que podían llegar a pesar hasta trece toneladas, y era el mayor de los animales del Pleistoceno.

Hasta ahora, las investigaciones nos han determinado que los neandertales eran grandes cazadores de una extensa gama de animales, que derivaban desde pequeños animales hasta grandes presas, como elefantes, y completaban su dieta con la búsqueda de vegetales, ampliamente documentada en yacimientos del Pleistoceno Medio y Tardío de toda Europa.

Lo que hace peculiar a este yacimiento es que los cazadores elegían a sus presas, sobre todo eran machos adultos, lo que requería una organización de cooperación entre los miembros del grupo. El hecho de que se decidieran por los machos adultos, puede estar relacionado por el dimorfismo sexual, del Palaeoloxodon antiquus debido a que los individuos machos y los más viejos son más altos y tienen una masa corporal mayor que las hembras, éstos suelen estar solos mientras comen y se mantienen alejados de las manadas mixtas, de hembras y crías. Estas características de caza de elefantes no es un hecho aislado en la zona, dicha actividad, también se ve reflejada en dos sitios arqueológicos cercanos al yacimiento de Neumark-Nord, como son Gröbern y Taubach, pertenecientes al último interglaciar.

En Gröbern se extrajo el esqueleto de un Palaeoloxodon antiquus durante las actividades de extracción de una mina de lignito. Era un macho de gran tamaño, asociado a 26 herramientas de sílex. Del estudio tafonómico se desprende que las marcas de corte determinan que el animal fue despellejado, se le extrajo la grasa y tejido conectivo de la caja torácica; se le extrajeron las vísceras y ambas patas traseras fueron separadas de la pelvis y la pata trasera derecha fue descarnada y desarticulada. Respecto a las modificaciones antropogénicas, de ambos yacimientos, guardan similitudes en las formas de proceder en la manipulación de los elefantes.

Taubach es un yacimiento que ya en 1870 había dado muy buenos resultados, tanto arqueológico como paleontológicos, debido a una amplia gama de restos de animales. El proceso de carnicería guarda bastante semejanza con las realizadas en Gröbern y Neumark-Nord. 

En general, según los datos arrojados por el estudio del yacimiento de Neumark-Nord, demuestra que la caza y la explotación del elefante formaba parte de la dieta de subsistencia de los neandertales y era una práctica habitual en la llanura del norte de Europa, al comienzo del último interglaciar.

Debido a la gran cantidad de alimento que se genera con la caza de elefantes, los investigadores se plantean una serie de hipótesis que quedan aún por determinar. Por un lado, tenemos el número considerable  de grasa y carne que se tiene que almacenar para su posterior consumo y si estas comunidades tenían medios para almacenar grandes cantidades de carne. Basándose en datos etnográficos la caza del elefante puede ser posible mediante la técnica de la inmovilización del animal, mediante la perforación de zanjas o conduciendo a los animales hacia trampas de barro que se pueden dar en las inmediaciones del lago. Por otra parte, el excedente de carne es muy grande para un grupo reducido de personas, estos productos (carne, grasa, tendones, vísceras...) tendrían que ser conservados para su posterior consumo, una posibilidad es el procesado de secado o ahumando, dado que hay evidencias de fuego (carbones vegetales), o también conservándolos en pequeñas charcas de agua, para mantenerla fresca para su conservación. También está la posibilidad de que se tratase de una zona de agregaciones temporales, de varios grupos locales, dentro de un área más amplia.

Hay temas que hoy día aún no se pueden demostrar, a nivel arqueológico, como es el tema de la conservación de determinados alimentos y el tamaño del grupo, respecto si eran grupos locales de la zona o sólo una comunidad de neandertales (unos veinte individuos es el promedio de un grupo), lo que sí es evidente, que se trata un hallazgo excepcional en cuanto que roja luz a los modos de vida de los grupos de cazadores neandertales.

 

Localización de Neumark-Nord, Gröbern y Taubach, en la llanura del norte de Europa. Imagen de Sabine Gaudzinski et al,2023.




Distribución espacial de los restos esqueléticos del esqueleto de Palaeoloxodon antiquus y restos de talla de pedernal. Imagen de Sabine Gaudzinski et al,2023.

Marcas de corte en el esqueleto de Palaeoloxodon antiquus de Gröbern.
Imagen de Sabine Gaudzinski et al,2023.


Marcas de corte en resto de P. antiquus de Taubach.
Imagen de Sabine Gaudzinski et al,2023.

   
Referencia: 

-Sabine Gaudzinski-Windheuser, Lutz Kindler y Wil Roebroeks., 2023: Widespread evidence for elephant exploitation by Last Interglacial Neanderthals on the North European plain. PNAS. 2023.




miércoles, 29 de noviembre de 2023

MUSEO DEL CASTRO DE YECLA LA VIEJA


Para comprender mejor los modos de vida y de trabajo que se llevaba a cabo, en el poblado de Yecla La Vieja, debemos de pasar por el Aula Arqueológica, para unos o museo para otros, que se encuentra situada en lo que antaño fue la escuela de la población de Yecla de Yeltes, y que se ha rehabilitado para poner un pequeño museo hasta la nueva ampliación del mismo, con la colocación de las piezas que se encuentran depositadas en el museo provincial. Llama la atención de este pequeño museo lo bien diseñado que está a nivel museográfico, contiene piezas arqueológicas que se han recuperado en el castro como cerámicas, armas, objetos decorativos, y varias cabezas humanas esculpidas en piedra, así como una escultura de verraco, en concreto de un jabalí, que te sorprende por el realismo con el que está elaborado. Todo los aspectos tanto culturales como materiales están perfectamente reflejados en los montajes de audiovisuales, carteles expositivos y maqueta. También se cuenta con una excelente colección de estelas funerarias de su ocupación de época romana.















jueves, 23 de noviembre de 2023

LOS VETTONES: arqueología de sus poblados.

Uno de los pueblos de la Península Ibérica, mejor conocido, antes de la llegada de los romanos ha sido el pueblo Vettón. Se asentaron en las zonas graníticas del suroeste de la Meseta Norte y del Occidente de la Meseta Sur y Extremadura; y desarrollaron la Cultura de Cogotas II o Cultura de los Verracos. Sus orígenes se adentran en la Segunda Edad del Hierro (s. V-II a. C), son pueblos que tienen unas raíces celtas y se instalaron en estas tierras por la riqueza de las mismas, tanto para el cultivo como para la ganadería; y sus poblados estaban protegidos por recintos amurallados.

Los vettones formaban clanes ganaderos, pastores de cabras, cerdos y vacas. En el interior de los hogares las mujeres molían el grano y tejían en telares rudimentarios paños de lanas, mientras en los talleres se fundían el metal o se modelaban con barro jarras, tinajas y cuencos. Aprovechaban lo que la naturaleza les proporcionaba en cuanto a madera, fruta y carne. Comerciaban con los pueblos venidos del sur peninsular y el levante.

Con la llegada de los romanos sus leyes y costumbres se modificaron, en cuanto que hubo una mejora en las vías de comunicación y la llegada de la moneda les facilitó el comercio.

El hecho de que, hoy día, se conozca mejor la cultura vetona es debido a los trabajos de investigación que han venido realizando: Jesús Álvarez-Sanchis, Eduardo Sánchez Moreno, Manuel Salinas Frías, sobre todo las aportaciones de Almagro-Gorbea; y las intervenciones arqueológicas que se han llevado a cabo en diferentes castros de la Meseta Norte, como el Castro de Yecla la Vieja, en  Yecla de Yeltes (Salamanca) y el de Las Marchanas, en Lumbrales (Salamanca), tanto uno como otro, son de los castros mejor conservados en el territorio Vettón.

                                   EL CASTRO DE YECLA LA VIEJA

El castro posee una posición estratégica en lo alto de un cerro y rodeado por el río Huebra y el arroyo Varlaña; además de su impresionante muralla, que lo hacen totalmente infranqueable, y que sorprende por su altura y grosor. La muralla que lo delimita se adapta al terreno y al relieve, se colocó directamente sobre la roca, que está formada por dos muros uno exterior y otro interior. Los muros están inclinados para conseguir una estructura más estable y segura; y la muralla fue reforzada en los puntos más débiles, en las zonas con menos protección y sus flancos están menos protegidos. En estas zonas se colocaron una serie de barreras defensivas a base de piedras hincadas en el suelo para que el enemigo tuviera que desmontar de sus caballos y tener que luchar a pie y de esta forma fuese más difícil defenderse.

En todo el perímetro del castro, se abrieron tres puertas, una al norte que es la más grande con 5 metros de ancho y forma un pasillo de 9m de largo, hacia dentro del poblado, formando un embudo. En el sur, hay otra puerta por la que se bajaba a los campos de cultivo. En la zona este está la tercera puerta. Dentro de las murallas se sabe que vivían la población, y tenían un urbanismo que constaba de una calle principal que unía la puerta norte con la sur. En las últimas excavaciones se ha descubierto una casa donde sus cimientos de piedra se apoyaban sobre la roca natural. 

Un factor muy llamativo dentro del castro es la presencia de grabados realizados sobre los sillares, en ellos se ven representaciones de grabados de caballos de formas esquemáticas, jabalíes, burro, toro, gato, lobo, serpiente, hay muy pocas representaciones de figuras humanas y animales, hay unas cuantas figuras de jinetes armados con lanzas que persiguen a jabalíes, lo que nos determinan que los vettones eran cazadores.

En el camino, que te conduce al arroyo Varlaña, se encuentra un afloramiento rocoso que tiene uno de los conjuntos de grabados rupestres más interesantes del castro. Se le ha llamado “Los siete infantes de Lara”, en él se aprecia siete caballos, un perro grabado en la roca, varios símbolos y una inscripción de época medieval.

Los edificios del poblado no se han conservado, y la muralla en algunas zonas han tenido que ser restaurada, pero en su gran mayoría los sillares permanecen intactos. A la entrada del mismo se encuentra la ermita de El Castillo de época medieval y donde se reutilizan muchos de los materiales de época romana.

Este fuerte sería ocupado hasta el siglo XII que fue abandonado por sus pobladores para asentarse en la zona más llanas, lo que sería la actual localidad de Yecla de Yeltes (Salamanca).

Es una de las fortificaciones protohistóricas mejor conservadas de la zona oeste de Castilla y León.








Necrópolis

          CASTRO DE LAS MERCHANAS (Lumbrales, Salamanca).

Situación:

Muy cerca del castro Yecla la Vieja se encuentra el castro de Las Merchanas. Su ubicación es sobre un promontorio granítico en lo que configura el meandro del río Camares. Está rodeado de una gran muralla que se ha construido con piedras, sin ningún tipo de argamasa. La técnica es muy significativa ya que consta de dos paramentos, uno externo donde se han utilizado piedras de gran tamaño o sillarejo y otro espacio interior relleno de piedras más pequeñas o cantos. La muralla es más ancha en su base, lo que le da consistencia y estabilidad y tiene una altura media de dos o tres metros. Debido a que el terreno presenta muchas zonas de roquedo, la muralla se ha ido adaptando al suelo, donde el poblado quedaba indefenso se construía la muralla de siete metros de espesor y donde la topografía lo hace innecesaria no se construye muralla, de tal forma que el castro sólo dispone de dos entradas. La construcción de la estructura en esviaje le proporciona seguridad de defensa al castro, impidiéndole, así, un ataque masivo. La entrada principal tiene dos torreones que son los que flanquean este cuello de botella de unos diez metros de largo.

La visita al recinto es muy cómoda se realiza por un camino señalizado, todo muy bien indicado; y te conduce hasta un mirador, donde puedes apreciar la posición estratégica del mismo, ante posibles amenazas del exterior, y donde la mejor defensa, se la da, el río Camares y la gran muralla. Para reforzar más la zona defensiva, en la entrada principal, se colocaron una serie de hileras de piedras en vertical para que la caballería no tuviese acceso al mismo.

Origen:

Su origen se remonta al s. V a. C hasta el s. V d. C, como los castros de los alrededores. Es de época prerromana. Como he comentado es una sociedad muy jerarquizada, su medio de vida era la ganadería y la metalurgia, aunque también practicaban el comercio y la artesanía. También tenían como signo distintivo los verracos que son esculturas zoomorfas trabajadas en granito, aunque los hay con otro tipo de piedras, estas esculturas representan, normalmente, a toros, cerdos, jabalíes. Se han localizados en diferentes lugares como cerca de los castros, en las necrópolis, zonas de pastos, hay varias hipótesis al respecto, se cree que se colocaban para indicar la zona de buenos pastos o el límite de éstos. Ya en época romana lo reutilizaron como monumento funerario.

Intervenciones Arqueológicas:

Estamos ante uno de los monumentos patrimoniales más ricos de la Península Ibérica, sobre todo de Castilla – León, pero hasta hace muy poco tiempo no ha sido reconocido su gran valor histórico y arqueológico; y ha sido gracias a una serie de diligencias por parte de una determinada población que le interesa su patrimonio, es decir sus raíces, como normalmente suele ocurrir en este país. 

Las primeras referencias son del año 1931 que fue declarado monumento perteneciente al Tesoro Artístico Nacional. Pasó al olvido hasta 1952 que Juan Maluquer de Motes llevó a cabo tres campañas (1952 a 1955) de excavaciones, dónde se intervinieron en tres zonas con diferentes catas, zona de necrópolis, zona centro. En la zona centro se ubicaba un alto paredón de 4m exento, se trataba de un edificio público romano, donde se localizaron varias esculturas de mármol, un ara, un pequeño bronce de Magno Máximo (de la dinastía de los Flavios), de origen Hispano. 

Además, los objetos que se recuperaron también se encontraban fíbulas, hebillas de bronce, fusayolas de barro, vasijas de cerámica, cuchillos de hierro, cinceles, azuelas de hierro, fragmentos de tégulas, monedas, cerámica de sigilata…

En el año 1981 nace la Asociación Amigos de Lumbrales, uno de sus objetivos prioritarios era la recuperación del castro de Las Marchanas. Se consiguió que el propietario de la finca, donde se encontraba el castro, vendiese los terrenos que ocupaba el poblado.

En 2005 se logró que los propietarios de la finca lo donasen, por el valor “de 1 euro”. De esta forma el castro paso a pertenecer al Ayuntamiento de Lumbrales. Se comenzó la puesta en valor del mismo. La primera en intervenir fue la Fundación Patrimonio Histórico de Castilla y León, en el marco del proyecto Europeo Interreg III, entre España y Portugal, “Patrimonio Fortificado en la Frontera: Origen e Historia” que en colaboración con el Instituto Portugués do Patrimonio Arquitectónico, con Dirección Regional de Castelo Branco y con la ayuda financiera de la Unión Europea se han rehabilitado los muros, puerta de acceso, señalización de caminos, aparcamientos, reconstrucción de un antiguo molino; y en la puerta norte se coloca el Verraco construido en piedra de granito y cartelería explicativa.

Las últimas intervenciones arqueológicas llevadas a cabo, en 2005 a 2011, han dejado al descubierto una necrópolis, que se encontraba fuera del castro, que correspondería a los últimos habitantes. Se han recuperado 36 tumbas datadas en el s. V de. C y excavadas sobre el propio terreno. Unas estaban cubiertas con tejas planas a dos aguas y otras con losas de piedras. Pero quizás, el hallazgo más antiguo de este castro haya sido una lámina de bronce con una inscripción que decía en latín: TES(S)ERA CAURIE(N)SIS MAGISTRATU TURI.

El castro tuvo una continuidad hasta el siglo V después de Cristo, que es destruido en el período de las invasiones germánicas. Durante el siglo IV se ha registrado un asentamiento militar que tendría como objetivo la vigilancia de las minas de estaño del noroeste.











Referencias:

- Juan Maluquer de Motes., 1968: Excavaciones arqueológicas en el castro de “Las Marchenas”, Lumbrares. Salamanca. Pyrenne, nº 4.

- Martín Almagro Gorbea, 2009: Arqueología Vettona. La Meseta occidental en la Edad del Hierro. Zona Arqueológica 12.

- Manuel Salinas Frías, 2001: Los vettones. Indigenismo y romanización en el occidente de la Meseta. Estudios Históricos y Geográficos: 34.

- Jesús R. Alvarez Sanchis, 2003: Los vettones. Real Academia de la Historia. Madrid.


viernes, 25 de agosto de 2023

EXPOSICIÓN DE MOMIAS DE EGIPTO: Redescubriendo seis vidas.

Desde el mes de mayo hasta septiembre se encuentra expuesta, en Sevilla, una colección de objetos procedentes del British Museum; entre los que se encuentran seis momias de personas que vivieron en el antiguo Egipto.

A través de un funcionario, dos sacerdotes, una mujer casada, un niño y un joven grecorromano que son los verdaderos protagonistas de esta exposición, se profundiza en los procesos de momificación, y nos dan una visión del concepto del más allá en esta antigua civilización.

Durante este periodo la momificación en Egipto servía para sobrevivir a la muerte y conducir el cuerpo a la "vida" del más allá. Cada momia encierra una historia de la vida de la persona, que ha permitido crear una descripción personal y saber quiénes eran, su edad, creencias y sus enfermedades.

Estas personas vivieron entre los años 800 a. C y 100 d. C en Egipto. Una nueva tecnología, no invasiva, ha permitido realizar los estudios de estos personajes sin necesidad de desenvolver los restos de sus momias. Estos descubrimientos es lo que ha permitido analizar cuáles eran las prácticas curativas y cuáles fueron los intercambios culturales que se llevaron a cabo en esa época, dando ejemplo de cómo era el papel de la mujer o el de la infancia en el antiguo Egipto.

Durante este período, se tenía la creencia de que había un más allá después de la muerte por eso era necesario la conservación artificial del cuerpo, de ahí el embalsamiento del cuerpo para que perdurase en su acercamiento a los dioses. El mundo de los vivos y de los muertos.

Las primeras momias están datadas entre los años 4.000 y 3.000 a. C y siguieron un proceso de momificación natural. En estos últimos años estas momias han sido estudiadas aplicando nuevas tecnologías como la tomografía computarizada que te ayuda a extraer conclusiones de la vida y actividades, así como de enfermedades que sufrieron en vida. Por ejemplo, gracias a la tomografía se sabe que una de estas momias, la de Ameniryirt, desarrolló el cáncer en vida, debido a que el embalsamiento previamente tenía que sacar los órganos internos, resulta difícil saber dónde se originó, pero sin lugar a dudas aporta datos sobre la considerable antigüedad de esta enfermedad.

Otro de los datos que aporta el registro arqueológico son los alimentos que consumían. Su dieta era rica y variada, sobre todo la de las clases altas, basada en pan, cerveza de cebada, vino, alubias, pescado, aves, frutas y verduras. La carne era un lujo que sólo se consumía en contadas ocasiones. 

En conclusión, podemos disfrutar de una exposición con una rica selección de piezas y, a través, del estudio de seis momias te hacen un recorrido por la historia de las enfermedades, dónde se refleja que muchas de las “alteraciones recientes” han estado con nosotros desde tiempos antiguos.