martes, 9 de enero de 2018

LA CAZA DEL CIERVO EN LA PREHISTORIA (II).



Siguiendo el estudio de nuestro post anterior, decir, que el Cervus elaphus es una de las especies mejor conocida del Reino Animal, en nuestro país. En España, en concreto, el ciervo es diferente del centroeuropeo, lo que los diferencia es la ausencia de las crinés del cuello típico de los centroeuropeo, así como, su menor talla. Esta menor talla es debido a los condiciones climáticas de su hábitat, cuanto más cálida es la zona, menor tamaño del animal (Regla de Bergman). En España suelen pesar una media de  140 - 200 kg. 
Para determinar cuáles fueron las claves de las preferencias cinegéticas de los cazadores-recolectores durante el Paleolítico, hay que partir del conocimiento tanto del hábitat como de la etología de determinados animales, así como, su dimorfismo sexual y el registro arqueológico que nos darán las respuestas a éstas preferencias. Según las investigaciones arqueológicas hay una clara tendencia, durante el Paleolítico medio, en la caza de animales  de tamaño mediano y con permanencia en una determinada área, como, por ejemplo, es el caso del ciervo, como iremos viendo a lo largo de este post.
El comportamiento del venado, según J.M Montoya, como el de otros cérvidos y el de otros animales silvestres, con similares diferencias de tamaño entre sus sexos (como puede ser la cabra montés, gamo, corzo, jabalí, etc), responden a unas pautas sencillas y más bien comunes a todos ellos que es necesario conocer, para determinar cómo los cazadores conocedores de estos patrones se valían para dar caza a sus presas.
 Así por ejemplo, las ciervas en el momento del celo están acompañadas de sus crías, que con cuatro meses de edad todavía maman de ellas. Durante el celo se suelen formar rebaños sexualmente mixtos y de tamaño reducido, como medida de prevención de la consanguinidad, pues se evita, así, que muchas crías sean hermanas de padre. Durante este acontecimiento un pequeño grupo de hembras conviven con un gran macho reproductor, que son agrupadas por él. Los machos jóvenes comienzan a separarse de sus madres, normalmente a partir de los tres años, separación que terminará en el invierno, antes del siguiente parto. Los dos grupos, machos y hembras, suelen vivir separados la  mayor parte del tiempo. Las reuniones de ciervas se agrupan en torno a una madre con dos o tres crías de varios años. La hembra más vieja es la que domina en la jerarquía del grupo, sobre todo a la hora de los desplazamientos, los lugares de descansos y elección de pastos.
También hay que tener en cuenta que el periodo de celo y duración de la gestación estén ajustados entre sí, de forma que el momento de mayor necesidad en la alimentación de las madres y crías, coincidan con la estación de mayor calidad y abundancia de alimentos, en los hábitat más típicos de la especie; que suelen ser biotopos variados como dehesas, pastos, montes, agua, etc, si no lo encuentran entonces suele desplazarse a lugares alejados.
Se suele producir una segregación entre los diferentes sexos y edades, en las fechas criticas del parto y del cuidado inicial de las indefensas crías, para facilitar la mejor supervivencia de las crías. Los machos se suelen separar para dejar los mejores pastaderos a disposición de este grupo, que mejora la alimentación de éstas.  En épocas de grandes fríos o nevadas, los cérvidos se agrupan como mecanismo de defensa ante los depredadores, ya que son una presa fácil porque sus patas se hunden en la nieve y tienden a juntarse como útil mecanismo adaptativo de defensa colectiva. Pero normalmente, los grupos de machos son menos condensados y sus lazos de unión menos estables. Los machos viejos suelen vivir solos y aislados. Los rebaños de tanto de hembras como de machos son peregrinos, suelen tener unos hábitos crepusculares y nocturnos, pasando el día agazapados y rumiando en un lugar seguro.
Por norma general, los animales del bosque tienden a ser menos sociables y más territoriales que los de los espacios abiertos. El ciervo como especie biológica ocupa una posición intermedia entre ambos. Los machos tienen más tendencia a vivir en los espacios cerrados o boscosos, son algo más territoriales y menos sociables y gregarios que las hembras, más querenciosas siempre de los espacios abiertos.
Los machos sufren un gran desgaste físico tras la berrea, ya que apenas duermen, ni comen. Al terminar ésta suelen perder el 20% de su peso  inicial. Tras la berrea el macho se oculta y repone sus fuerzas mediante el descanso y la alimentación, suelen recorrer largas distancias, a la búsqueda de refugios y alimentos como bellotas tempranas y buenos pastos, como es el consumo de hierbas, hojas, yemas, brotes tiernos y diversos frutos como las bellotas, castaños, moras, pero también ramonean cortezas de los árboles, brezos, etc. En éstas zonas sólo permanecen el tiempo para reponer fuerzas, luego siguen sus habituales caminos hacia las rudas serranías.
Tanto las hembras, con sus crías y los animales más jóvenes comen en lugares menos leñosos que los machos que tienden a subir a zonas de monte cerrado. Por eso existen zonas de madres y zonas de machos, hecho que debía de ser conocido por los cazadores. En este mecanismo de segregación espacial permite a la especie una mejor utilización del espacio total disponible porque son especies que no buscan su supervivencia en el buen conocimiento y dominios de sus territorios, sino a las buenas condiciones de vida, en el lugar, que ocupan en cada momento. Sencillamente, se van de él, si no encuentran esas condiciones adecuadas, o cuando desaparecen las mismas, o cuando pueden acceder a otro lugar.
Una vez pasada la berrea, los machos adultos se separan de las hembras y suelen asociarse entre ellos, en pequeños grupos, para pasar el invierno. Es habitual que los viejos permanezcan solitarios. Las hembras a su vez se asocian en pequeños grupos familiares, algo mayor, el grupo, que el de los machos. Las madres van con su cría del año y también con la del año anterior. La huida del grupo familiar se efectúa en fila y en orden jerárquico.
En el momento del parto, se produce un movimiento de dispersión de las hembras, que tienden a separarse del resto de su familia y grupos habituales.
Como he comentado, el ciervo no es una especie territorial, tampoco es una especie que realicen grandes desplazamientos, con la excepción de algunos machos en el periodo de celo. Las ciervas, sin embargo, suele situarse en lugares variados a lo largo del año, pero no recorre grandes extensiones, y tienen una mayor sociabilidad y una tendencia a utilizar un territorio menor que el que utilizan los machos.
En general, podemos decir que la etología de los cérvidos presenta una serie de características que son comunes y conocidas por los cazadores-recolectores del paleolítico. Está demostrado, por la presencia de los restos óseos, que desarrollaron una explotación de los ecosistemas. Estos cazadores-recolectores seguirían una serie de estrategias como pudo ser la observación o el acecho sobre sus presas, que son fáciles de seguir, como por ejemplo, sus huellas, excrementos, señales en los árboles. Estos animales rascan y dañan los árboles y arbustos para librarse del terciopelo, que recubre sus cornamentas, una vez formadas éstas. También lo suelen hacer durante la berrea para mostrar su celo y marcar su dominio del territorio, así como, en el desmogue para librarse de las cuernas caducas. Normalmente, suelen tender a perderlas en el mismo lugar todos los años, el desmogadero sería un buen sitio para acechar o aguardar al animal y darle captura. Otro sitio clave serían las parideras, lugar donde las ciervas van a parir y suelen ser lugares fijos.
En el siguiente post hablaré de las diferentes estrategias y subsistencia de los  cazadores del paleolítico.

Referencia:

- J.M.Montoya Oliver.1999: El ciervo y el monte.

- P.Demars. 2007: «La repartition des grands ongules en europe centrale et de l´ouest au paléolithique supérieur».

Ciervo macho en el momento de la brama.

Grupo de ciervas en sus desplazamientos de forma jerarquizada.

Lucha de machos.



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