En la región de Predmostí, en la República Checa, un grupo de investigadores entre los que se encuentran los paleontólogos Mietje Germonpré y Rob Losey han descubierto los restos fósiles de tres cánidos, en un registro del Paleolítico, donde uno de ellos portaba un hueso de mamut en la boca, considerado como una señal de ritual de la época.
Los científicos consideran que los tres animales fueron enterrados siguiendo un ritual y que un humano pudo colocar el hueso de mamut en la boca, de uno de estos perros, para que “estuviera alimentado y acompañara su alma y la de su dueño en su viaje después de la muerte”.
Los cráneos de los animales muestran signos de haber sido perforado, por lo que los investigadores le dan un significado asociado con la liberación del espíritu, una vez que el animal ha muerto, se le extrae su cerebro para que el espíritu pueda ser libre.
La paleontóloga Germonpré considera que se trata de cánidos domésticos, a diferencia de los registros de lobos, y de especies más modernas, por la estructura de su cráneo y de su paladar. Sus cráneos, explica Germonpré, “son similares al de un Husky siberiano, aunque más grandes y pesados que los ejemplares que conocemos actualmente”.
Se trata de animales gran tamaño que pesaban alrededor de 35 Kg y al parecer eran utilizados como animales de carga para transportar huesos, carne o leña.
Los investigadores consideran que el proceso de domesticación de los cánidos se llevó a cabo miles de años antes de lo previsto.
Este hallazgo está relacionado con el que se llevó a cabo hace unos meses en Siberia, en el cementerio Shamanka, cerca del lago Baikal, por investigadores de la Universidad de Alberta (Canadá), de un Husky (una raza de perro utilizados como perros de trineos) que al parecer era la mascota, de una familia prehistórica (7.000 años).
Según los análisis del ADN viene a confirmar que comía los mismos recursos que los humanos encontraban en su medio como pescado, carne de foca, venados, pequeños mamíferos y algunos vegetales.
El animal se encontraba tumbado de lado, en uno de los niveles de una profunda fosa, donde también se han hallado cinco esqueletos humanos.
El paleontólogo Robert Losey afirma que "como los humanos, el perro fue sepultado con otros elementos, como una larga cuchara hecha de madera".
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Reconstrucción de cómo estaba enterrado el perro
Según la revista Journal Archaeology |
También se ha descubierto el esqueleto de un lobo junto al cráneo de una de las personas enterradas, por lo que, Losey afirma que "quizás lo hicieron para que el animal actuara como su protector en el más allá. Teniendo en cuenta la concepción que los pueblos nórdicos tenían sobre los animales, en tiempos históricos, lo enterraron como si fuera un pensamiento, una conducta social, como si fuera un humano. Porque sabían que tenía alma y lo enterraron para protegerla adecuadamente". Y porque había convivido con ellos, "ya que su esqueleto, su columna vertebral, sugiere que lo usaron para transportar cargas".
Según los antropólogos, los humanos pudieron usar al perro para transportar los útiles cotidianos que empleaban para pescar, cazar, recolectar alimentos o conseguir leña.
Los nuevos registros nos vienen confirmando que el proceso de la domesticación, se ha producido bastante antes de lo que el historicismo nos ha confirmado y que ya en el Paleolítico la domesticación ya existía.