Con el nombre de megalitos se
asocia una serie de formas arquitectónicas muy variadas, se denominan así, por
tratarse de construcciones hechas a base de grandes piedras, que van desde el
granito a los esquistos, cuarcita, cuarzo…
Los dólmenes son los que tienen
un uso funerario, pero además de un lugar de enterramiento, fueron grandes
centros. Éstos reflejan un rico testimonio de conocimiento, de estas sociedades
que dejaban impreso en los ortostatos diferentes dibujos y representaciones
como: astros, espirales, motivos ramiformes, etc. Y que, representan una
aportación significativa para el estudio de la ideología y del concepto de
“espacio megalítico” de toda esta zona.
Muchos megalitos han desaparecido
de nuestra campiña, pero otros han quedado integrados en el paisaje rural, como
ocurre con el conjunto megalítico de Montehermoso.
La localidad de Montehermoso se
encuentra al norte de Cáceres, cerca de la Sierra de Gata, su situación
geográfica es privilegiada porque confluyen muchos cruces de caminos en todas
las direcciones, lo que le confiere un punto de encuentro estratégico en los
desplazamientos. Esto, unido a que es una orografía rica en cursos de agua y zonas
alomadas, la han convertido en lo que hoy es: una rica dehesa antropizada mediante la manipulación del medio.
La dehesa Boyal de Montehermoso
es un Parque Periurbano de Conservación y Ocio, es propiedad municipal y se
encuentra al Sur de la población, donde se llevan a cabo una amplia variedad
de actividades arqueológicas, en definitiva, un lugar de esparcimiento y
disfrute para la ciudadanía. Esta dehesa alberga varios dólmenes con corredor y
cubierta tumular. Son monumentos de gran magnitud que fueron construidos hace
6.000 años; y tuvieron una función de tumbas colectivas de un grupo humano
ligado por parentesco. Durante el neolítico, las relaciones sociales más
sobresalientes en el registro arqueológico implican la construcción de
enterramientos colectivos. Estos serían las plasmaciones a través de los cuales
los grupos de parentesco colectivos demarcaban un territorio que reivindicaban
como propio.
En ésta dehesa, durante los años
1.998 al 2.000, se realizó la primera Carta Arqueológica, por un equipo de la
Universidad de Madrid, que estuvo dirigida por Marisa Ruiz Gálvez (donde se
documentaron más de veinte estructuras megalíticas), a raíz de una publicación
de Ángel Paula, que daba a conocer qué en la zona había dólmenes. Estos
dólmenes son sepulturas de cámara circular, a base de enormes bloques de
granito encajados en el suelo mediante una zanja de cimentación, calzados con
piedras y cubiertos con una gran losa. Algunos presentan un pasillo o corredor
corto, que daba acceso al recinto funerario. Los tres conjuntos que se han
puesto en valor son: Dolmen del Tremedal, El Gran Dolmen y Dolmen de La Encina.
En el año 1999, se comienza a excavar
uno de los dólmenes el Tremedal, que
se encuentra en una pequeña elevación, presenta una cámara circular y un
pequeño corredor. La cámara está formada por tres círculos alrededor de la sala
central. Del ajuar recuperado cabe destacar los microlíticos geométricos, cuentas de
collar elaboradas con pizarra, y de piedra negra y verde que no son originarias
del lugar.
El Gran Dolmen o Dolmen de las Colmenas, se localiza en una pequeña
colina y está formado por cámara y corredor, aquí se diferencian dos anillos concéntricos
alrededor de la cámara, son grandes losas de esquistos y granitos. El ajuar es
muy parejo al dolmen de Tremedal, con geométricos sobre láminas. Hay presencia
de cerámica, aunque bastante imperfecta y un molino de granito.
El Dolmen de La Encina, como los anteriores se sitúa en una pequeña
elevación del terreno, es de cámara circular de granito y un largo corredor.
Aquí, apareció un rico ajuar en la misma línea que los anteriores, láminas de
sílex, geométrico, cuentas de collar y fragmentos de cerámica; y una
representación de hachas y azuelas de fibrolitas. Es interesante la aparición
de colgantes de pizarra, circulares, con decoración pictórica.
A cierta distancia, en estos
dólmenes, se aprecia un cierto colorido en sus bloques, debido a que en su
construcción se usaron piedras de colores diversos, como el cuarzo blanco, la
pizarra gris o el granito rosado, para realzar su notoriedad.
Estos estudios han permitido
conocer la estructura social y económica de las comunidades, tanto del
neolítico inicial como final, que vivieron en las productivas tierras del
noroeste de Cáceres.
Para terminar, hay que decir que los cambios que se están llevando a cabo en los sistemas de catalogación, así
como en los mecanismos de protección y en los programas de difusión y
proyección social, dejan entrever que se avanza en la recuperación de nuestro
Patrimonio Arqueológico en general y del Megalitismo en particular.
Referencia:
- - López Plaza, S., Francisco, J. L., Salvador, R.,
2000: Megalitismo y vías naturales de comunicación en el SO salmantino. En
Actas del III Congreso de Arqueología Peninsular, Vol. III, pp 271-288.