viernes, 4 de febrero de 2022

CONJUNTO MEGALÍTICO DE MONTEHERMOSO (Cáceres).

 

Con el nombre de megalitos se asocia una serie de formas arquitectónicas muy variadas, se denominan así, por tratarse de construcciones hechas a base de grandes piedras, que van desde el granito a los esquistos, cuarcita, cuarzo…

Los dólmenes son los que tienen un uso funerario, pero además de un lugar de enterramiento, fueron grandes centros. Éstos reflejan un rico testimonio de conocimiento, de estas sociedades que dejaban impreso en los ortostatos diferentes dibujos y representaciones como: astros, espirales, motivos ramiformes, etc. Y que, representan una aportación significativa para el estudio de la ideología y del concepto de “espacio megalítico” de toda esta zona.

Muchos megalitos han desaparecido de nuestra campiña, pero otros han quedado integrados en el paisaje rural, como ocurre con el conjunto megalítico de Montehermoso.

La localidad de Montehermoso se encuentra al norte de Cáceres, cerca de la Sierra de Gata, su situación geográfica es privilegiada porque confluyen muchos cruces de caminos en todas las direcciones, lo que le confiere un punto de encuentro estratégico en los desplazamientos. Esto, unido a que es una orografía rica en cursos de agua y zonas alomadas, la han convertido en lo que hoy es: una rica dehesa antropizada mediante la manipulación del medio.

La dehesa Boyal de Montehermoso es un Parque Periurbano de Conservación y Ocio, es propiedad municipal y se encuentra al Sur de la población, donde se llevan a cabo una amplia variedad de actividades arqueológicas, en definitiva, un lugar de esparcimiento y disfrute para la ciudadanía. Esta dehesa alberga varios dólmenes con corredor y cubierta tumular. Son monumentos de gran magnitud que fueron construidos hace 6.000 años; y tuvieron una función de tumbas colectivas de un grupo humano ligado por parentesco. Durante el neolítico, las relaciones sociales más sobresalientes en el registro arqueológico implican la construcción de enterramientos colectivos. Estos serían las plasmaciones a través de los cuales los grupos de parentesco colectivos demarcaban un territorio que reivindicaban como propio.

En ésta dehesa, durante los años 1.998 al 2.000, se realizó la primera Carta Arqueológica, por un equipo de la Universidad de Madrid, que estuvo dirigida por Marisa Ruiz Gálvez (donde se documentaron más de veinte estructuras megalíticas), a raíz de una publicación de Ángel Paula, que daba a conocer qué en la zona había dólmenes. Estos dólmenes son sepulturas de cámara circular, a base de enormes bloques de granito encajados en el suelo mediante una zanja de cimentación, calzados con piedras y cubiertos con una gran losa. Algunos presentan un pasillo o corredor corto, que daba acceso al recinto funerario. Los tres conjuntos que se han puesto en valor son: Dolmen del Tremedal, El Gran Dolmen y Dolmen de La Encina.

En el año 1999, se comienza a excavar uno de los dólmenes el Tremedal, que se encuentra en una pequeña elevación, presenta una cámara circular y un pequeño corredor. La cámara está formada por tres círculos alrededor de la sala central. Del ajuar recuperado cabe destacar los microlíticos geométricos, cuentas de collar elaboradas con pizarra, y de piedra negra y verde que no son originarias del lugar.

El Gran Dolmen o Dolmen de las Colmenas, se localiza en una pequeña colina y está formado por cámara y corredor, aquí se diferencian dos anillos concéntricos alrededor de la cámara, son grandes losas de esquistos y granitos. El ajuar es muy parejo al dolmen de Tremedal, con geométricos sobre láminas. Hay presencia de cerámica, aunque bastante imperfecta y un molino de granito.

El Dolmen de La Encina, como los anteriores se sitúa en una pequeña elevación del terreno, es de cámara circular de granito y un largo corredor. Aquí, apareció un rico ajuar en la misma línea que los anteriores, láminas de sílex, geométrico, cuentas de collar y fragmentos de cerámica; y una representación de hachas y azuelas de fibrolitas. Es interesante la aparición de colgantes de pizarra, circulares, con decoración pictórica.

A cierta distancia, en estos dólmenes, se aprecia un cierto colorido en sus bloques, debido a que en su construcción se usaron piedras de colores diversos, como el cuarzo blanco, la pizarra gris o el granito rosado, para realzar su notoriedad.

Estos estudios han permitido conocer la estructura social y económica de las comunidades, tanto del neolítico inicial como final, que vivieron en las productivas tierras del noroeste de Cáceres.

Para terminar, hay que decir que los cambios que se están llevando a cabo en los sistemas de catalogación, así como en los mecanismos de protección y en los programas de difusión y proyección social, dejan entrever que se avanza en la recuperación de nuestro Patrimonio Arqueológico en general y del Megalitismo en particular.

Referencia:

-         - López Plaza, S., Francisco, J. L., Salvador, R., 2000: Megalitismo y vías naturales de comunicación en el SO salmantino. En Actas del III Congreso de Arqueología Peninsular, Vol. III, pp 271-288.

   - Ruiz-Gálvez Priego, Mª L., 2000: El conjunto dolménico de la dehesa boyal de Montehermoso. En Extremadura Arqueológica VIII, pp 187-207.

   - Jiménez Ávila, J y Barroso Expósito, C., 2000: El Megalitismo en Extremadura: Problemas de catalogación, conservación y difusión social. En Homenaje a Elías Dièguez Luengo. Mérida, pp 395-421.