La Tafonomía nos ayuda a distinguir la sincronía y diacronía de los
procesos desarrollados por los diferentes fenómenos y/o procesos en un resto
óseo. Por eso, los
restos faunísticos recuperados en los asentamientos arqueológicos encierran una
valiosa información, sobre diferentes aspectos del pasado, y no siempre se ha
aprovechado este potencial para obtener información sobre las condiciones
ambientales y culturales de los grupos humanos.
En esta entrada no vamos a hablar de Zooarqueología, que
normalmente va unida a la Tafonomia como disciplina auxiliar que se dedica al
estudio de los restos animales recuperados en una excavación, procedente de los
yacimientos arqueológicos, sino que vamos explicar la evolución que ha sufrido
ésta última, a lo largo de las últimas décadas.
La Tafonomía nos ha venido de la mano de los paleontólogos. El
primero que publicó una monografía de las implicaciones paleobiológicas y un
estudio de los mecanismos de alteraciones en la carcasa de los vertebrados, fue
J. Weigelt en el año 1927. Ésta se consolidó con los trabajos del ruso Iván. A.
Efremow (1940), que la dotó de una definición y de contenido sobre las
alteraciones que sufren los restos animales en el sedimento cuando son manipulados.
Se puede definir también como el paso de la biosfera a la litosfera.
Más tarde Müller (1951) diferenció la
bioestratinomía de la diagénesis como dos fases diferentes del proceso
tafonómico. Aunque Efremov y Müller, ya en la década de 1940 a 1950,
nos estaban dando los planteamientos tafonómicos bajo una metodología analítica
y evolutiva, sobre los procesos que influyen en la formación de un yacimiento y
los fenómenos que actúan en su destrucción, no es hasta bien entrada la década
de los ochenta cuando los paleontólogos/as incluyen dicha disciplina en el
estudio del registro arqueológico. Esta materia era impartida en las aulas de
Geología y Paleontología.
A nivel nacional, hay que
destacar los trabajos del paleontólogo Sixto Fernández López, que ha dotado
a dicha disciplina de una teoría y una serie de contenidos metodológicos,
conceptuales y finalidades. Y, los estudios epistemológicos de Emiliano Aguirre.
Así, uno de los primeros
paleontólogos que hicieron informes tafonómicos de registros arqueológicos, fue
Miguel de Renzi de la Fuente y la primera arqueóloga que incluyó en sus
estudios un breve informe tafonómico fue Mª Ángeles Querol Fernández, que se lo
encomendó a la paleontóloga Nieves López Martínez, una investigadora que fue clave
en los estudios de Tafonomia científica, Bioestratigrafía y Paleobiogeografía.
Entre los años 1970 y 1980, se
llevaron a cabo una serie de encuentros de arqueólogo/as y prehistoriadores, que
marcaron los fundamentos para una investigación epistemológica de la Prehistoria
y una trayectoria de la Arqueología, en la Península Ibérica, como fueron el
Coloquio Internacional de Prehistoria de Morella (Castellón) y las primeras
Jornadas de Metodología de Investigación Prehistórica, en Soria, en el año
1981, que fueron organizadas por Manuel Fernández-Miranda.
Fueron unos encuentros dónde se
plantearon nuevos métodos de análisis, debates sobre las diferentes corrientes
de pensamiento, la necesidad de incluir las disciplinas auxiliares en el
estudio de los registros de la Arqueología… Podemos considerar que fueron las
jornadas más críticas y fructíferas, que como digo, marcaron la trayectoria de
la Arqueología, en España.
Ya entrada la década de los
ochenta, del siglo pasado, hubo una serie de prehistoriadores/as que empezaban
a manifestar sus inquietudes por conocer ésta disciplina y empezaron a tener un
acercamiento a estos estudios que intentaban dar luz a la interpretación de los
procesos de pre-enterramiento para llegar a conclusiones de los comportamientos
de las comunidades prehistóricas, sobre todo en yacimientos del Plio-Pleistoceno.
Uno de estos reformadores, en el
sentido de dotar a la Arqueología de nuevas disciplinas auxiliares, fueron los
trabajos de Jordi Estévez Escalona que, más tarde, creo el Laboratorio de
Arqueozoología de la UAB.
A raíz de aquí se fue forjando un cuerpo de
investigadores, que incluían en sus estudios esta disciplina, y que nos han
servido de referencia a las generaciones que veníamos detrás. Hay que destacar,
sobre todo, los trabajos tafonómicos realizados por Manuel Domínguez-Rodrigo,
que son fundamentales para conocer el origen de nuestra especie, así como, los
de Jorge Martínez Moreno, J. Carlos Díez Fernández-Lomana, Yolanda Fernández-Jalvo,
Fernanda Blasco Sancho, Martínez Valle, J. M. Rueda y Manuel Pérez-Ripoll, en la zona de levante. También destacar los últimos trabajos de José Yravedra, Jordi Russell, Rosa Huguet, Isabel Cáceres Cuello de Oro, Palmira Saladié, Antonio Rodríguez-Hidalgo y R. Blasco...
A nivel de Andalucía, los primeros
trabajos sobre Tafonomía científica no surgieron hasta la década de los años noventa,
del siglo pasado, y fueron realizados por mi (Isabel Cáceres Sánchez), con
formación en Humanidades. Desde un marco teórico y metodológico supe aplicar
dicha disciplina a los restos óseos hallados en un contexto arqueológico.
El trabajo “La transición de los cazadores-recolectores a pastores-agricultores en
el mediodía peninsular a través de los restos óseos”, es una síntesis de lo
que fue mi trabajo de Tesis Doctoral, que estuvo codirigida por los
Catedráticos José Ramos Muñoz (Univ. de Cádiz) y J. Carlos Díez Fernández-Lomana (Univ. de Burgos). Aquí, se
analizan todos los procesos bioestratinómicos naturales-humanos y los procesos
fosildiagenéticos. Además, se aportaron los resultados de un Proyecto de
Investigación sobre Experimentación, en el campo de la fracturación intencional,
como materia auxiliar de la ciencia arqueológica al servicio de la
arqueozoología, que a través de la contrastación empírica (morfotipos
obtenidos) nos ayudan a responder a las hipótesis planteadas, sobre las pautas
de subsistencia de las comunidades del pasado. Este proyecto surgió de la
necesidad de estudiar los yacimientos de la zona, y llegar a una comprensión, a
través de la réplica de la actividad del tratamiento, de la carcasa animal, de
las alteraciones legibles del reparto óseo provenientes de yacimientos arqueológicos.
También, para conocer las
características ecológicas y climáticas que se desarrollaron en el sur
peninsular, y su relación con el resto de zonas del mediterráneo, se realizó el
Espectro Biocenótico a través de una serie de yacimientos, que comprenden desde
el pleistoceno inferior al superior, para determinar así, la existencia de un
ecosistema circunmediterráneo. Para éste trabajo se aplicó la metodología de
los Biocenogramas, que caracterizan las Biozonas, basado en los estudios de
Antonio Ruiz Bustos.
Pero no es hasta 2018, cuando un grupo de investigadores se reunieron en Antequera, en el I Congreso de Prehistoria de Andalucía, Memorial Luis Siret, para resaltar la necesidad de aplicar las Ciencias Experimentales y dar respuestas a algunas cuestiones arqueológicas. Aquí, J. Antonio Riquelme hace un alegato a la necesidad de formación de nuevas especialidades y sobre todo, de especialistas en los diferentes campos (mamíferos, peces, moluscos, aves, anfibios, polen, …), para que no pase como ocurrió en los años 1990, dónde la comunidad científica de Andalucía, se dio cuenta que se tenía que aplicar las disciplinas auxiliares (geoarqueología, antropología física, zooarqueología, traceología, antracología…) a los registros arqueológicos, para llegar a conocer nuestro pasado.
Y para
ello, la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía, puso
en marcha una serie de becas para que algunos de los arqueólogos/as se
especializasen en las diferentes áreas, pero no todos pudimos disfrutar de éste
tipo de ayudas y nos formamos a nivel particular, a través de las Universidades
y Centros de Investigación, con nuestros propios recursos.
En esa época se contaba con un personal joven y sobre todo entusiasta con las nuevas áreas de estudio, quedaba atrás los estudios monográficos de tipología, que imperaban en la época y metodologías arqueológicas y se abrían así, nuevas posibilidades de investigar.
Andalucía contaba con los requisitos necesarios para llevarlo a cabo, se disponía
de buenos yacimientos y con permisos para excavar, pero ni las Universidades ni
las administraciones e instituciones públicas han sabido acoger a estos
investigadores especialistas en los diferentes centros e instituciones, y que
han contribuido a crecer el campo de la Arqueología científica, en la comunidad.
Andalucía, siempre ha contado con el
reconocimiento de ser una tierra con una gran riqueza y antigüedad en
yacimientos arqueológicos, pero también tiene el renombre de no haber sabido
gestionarlos, ni tampoco ha mostrado una equidad presupuestaria entre ellos.
El resultado de todo esto es que
Andalucía carece de equipos formados en las diferentes disciplinas, y en
concreto en la que nos ocupa, la Tafonomía científica, hay escasez de
especialistas formados en aspectos teóricos, prácticos y experimentales. Y lo
más importante es que carece de Centros de Investigación, con tecnologías
avanzadas en determinados campos. Un tema en el que se debería reflexionar y
debatir.
A pesar de la escasez de estudios, no
debemos de olvidar los trabajos que ha llevado a cabo Eloísa Bernáldez Sánchez, de tafonomia
en la Estación Biológica de Doñana, desde una perspectiva paleobiológica. Ni los trabajos
realizados en la cuenca de Guadix-Baza (Granada), una zona muy rica en registros
del plio-pleistoceno y que se remontan a 1916, donde se llevaron a cabo
trabajos de prospecciones y excavaciones, por diferentes paleontólogos, entre
ellos A. Arribas, A. Ruiz Bustos, M. Botella, M.T Alberdi.
A partir del año 1983 entró a formar parte
de los trabajos, el Instituto de Paleontología Miguel Crusafont (Sabadell), en las
excavaciones de la zona de Orce, que fueron dirigidos, en diferentes campañas, por
los investigadores G. Gibert, G. Martínez, I. Toro, B. Martínez-Navarro, R.
Sala, A. Mazo, donde se realizaron estudios de Geología, Paleontología,
Paleoecología y Arqueología.
Actualmente, las excavaciones están siendo dirigidas, por
el profesor Juan Manuel Jiménez, de la Universidad de Granada, en los
yacimientos arqueológicos de Venta Micena, Fuente Nueva 3, Barranco León y
Barranco del Paso.
También, hay que destacar los trabajos que se han
realizado en Fonelas, entre los años 2001 a 2009. Se creó El Centro Paleontológico Fonelas P-1 (Cuenca Guadix-Baza), donde se
estudia la geología y paleontología del cuaternario (Pleistoceno Inferior),
dirigido por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME); y donde hay que
resaltar los trabajos realizados por Alfonso Arribas y Guiomar Garrido.
Este centro de Fonelas
P-1 (Granada), junto con el Instituto
Andaluz de Patrimonio Histórico (Sevilla), y el Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Íbera
(Jaén) son los centros que existen, en Andalucía, dedicados a la investigación de éstos periodos.
Son breves pinceladas de cómo se encuentran los
estudios de tafonomia y, demás disciplinas auxiliares en Andalucía, que nos
deberían hacer reflexionar, sobre todos estos aspectos: de por qué no es sencillo
ser arqueólogo/a en Andalucía, cómo se encuentra la investigación en nuestra
comunidad, porqué el androcentrismo sigue anclado en las instituciones, sobre
todo el nepotismo y porqué a la fecha de hoy los estudios arqueológicos no
cuentan aún con un estudio integral de sus registros…
Referencias:
-EFREMOV, J. A., 1940: "Taphonomy: A new branch of paleontology".
Pan American Geologist, 74. pp.
81-93.
-ESTÉVEZ, J., 2000:
“Aproximación dialéctica a la Arqueotafonomía” Revista
Atlántica-Mediterránea de Prehistoria y Arqueología Social, 3, pp. 7-28.
Universidad de Cádiz.
-FERNÁNDEZ LÓPEZ, S.,
1984: "Nuevas perspectivas de la Tafonomía Evolutiva: Tafosistemas y
asociaciones conservadas". Estudios
Geológicos, 40, pp. 215-224. Madrid.
-MÜLLER, A.H., 1951: “Grundlagen der Biostratonomie”. Abt. Dr. Akad. Wiss, pp. 1-147. Berlín.
-RUIZ BUSTOS, A., 2005:
"El límite Neógeno-Cuaternario en las Cordilleras Béticas. Características
Paleoambientales del cuaternario". A.E.Q.U.A. Vol. 2.