Cuando hablamos de los celtas
siempre lo asociamos a los castros que se asentaron en la zona del norte y parte de Portugal.
Sin embargo, en la zona de la Beturia (en el suroeste peninsular), en el año
1985, fue descubierto un castro Celta, que se ha consolidado como uno de los
referentes arqueológicos, más acentuados de la Beturia Céltica.
Según las fuentes clásicas, la
Beturia era el término con que se conocía al territorio limitado por los ríos
Guadiana, Tinto y Guadalquivir. Este término era un concepto más territorial, que geográfico, que se utilizaba para referirse a la zona montañosa en torno al
Guadiana.
En el s. IV a. C, los celtas que habitaban
en la zona del Duero medio, se desplazaron hacía estas tierras atraídos por su
riqueza minera y ganadera; y se fueron asentando por toda la Beturia y el
Alentejo portugués. Se inicia así, un proceso de colonización, de estos
territorios. Se asentaron en castros (poblados fortificados), que se
caracterizan por situarse en lugares con un amplio control visual de la zona.
El Castrejón de Capote, es un
yacimiento de unas características excepcionales, se encuentra emplazado en la
parte sudoccidental de Extremadura, en el término municipal de Higuera la Real
(Badajoz), que está bañada por el río Sillo, en su recorrido hacia el Guadiana.
Según la geomorfología del
castro, emplazado en un cerro alargado y plano, delimitado por la confluencia de los ríos Sillo
y Álamo, le confiere una forma de espigón que le dota de pronunciadas
pendientes por tres de sus cuatro flancos, lo que le convierte en un lugar de
difícil acceso, excepto por su extremo oriental. Estas características
especiales le determinan como “castro de ribero”.
Todas estas características
geológicas y geomorfológicas del terreno,
rico en agua y con una extensa biomasa vegetal, así como, una abundancia de
cuarcitas y pizarras, fueron las bases para que este castro se situase en este
lugar.
Su historia se remonta, al año
1984, cuando se encontró en el lugar una losa de gran tamaño, que presenta
grabados característicos de las denominadas estelas del suroeste (s. IX a. C).
Dada la importancia del hallazgo se iniciaron las respectivas prospecciones y, posteriormente,
las excavaciones; desarrollándose una primera fase entre los años 1984-1990 y
la segunda en 1994-1996, ambas fueron dirigidas por el Prof. Luis
Berrocal-Rangel.
Las intervenciones arqueológicas,
en un principio, fueron enfocadas hacia el conocimiento del tejido urbanístico
del poblado, de sus defensas y de los límites de la ocupación. Sus estructuras
se encontraron todas cubiertas de sedimento, de ahí, que se hayan podido
documentar tan bien.
Se ha logrado autenticar que se trataba de un poblado
totalmente amurallado, con una puerta principal resguardada por torres y
bastiones, que alcanzan los 9 m de altura.
Su urbanismo se articula en torno a
una calle central que atraviesa el poblado de este a oeste, y a la que
desemboca el resto de callejones transversales, que separan las distintas viviendas y facilita el desagüe de las
calles, por tratarse de una zona bastante lluviosa.
Las casas se distribuían en dos
estancias, una de acceso y otra dedicada a ser el almacén de los alimentos. En
la primera habitación se sitúa el hogar o cocina, en el centro, junto a un
banco corrido, y suele haber un molino giratorio. En la segunda habitación se
depositaban las grandes vasijas y las herramientas del campo, sobre un suelo
pavimentado.
En el centro del poblado, se emplaza un pequeño Santuario que fue destruido, y posteriormente sepultado, después de
haber celebrado en él una de sus ceremonias rituales. Por el registro
arqueológico, se determina que, posiblemente, participaron unas trescientas personas.
Estos participantes ingirieron unos 23 animales: 6 bóvidos, 2 ciervos, 2 équidos,
5 suidos y 5 ovicaprino. Estos animales fueron sacrificados sobre la mesa-altar
de piedra, y su carne fue ingerida en un banquete ritual acompañada de bebidas
alcohólicas.
Se trata de una ceremonia colectiva encaminada a incrementar la
cohesión social de estas comunidades campesinas. Parece ser, que este ritual se
celebró con la idea de abandonar el lugar, sus ofrendas y utensilios sagrados
fueron enterrados bajo una capa de piedras y un muro.
Gracias a la buena conservación
del yacimiento, se ha documentado una segunda ocupación, a la que corresponde
la mayoría de las murallas y de las casas que se conservan. Los restos de un
incendio generalizado pueden relacionarse con las guerras contra Viriato, quien
ocuparía el poblado entre los años 150 y 139 a.C.
Tras la derrota del caudillo
Lusitano, los habitantes de Capote, lograron la estabilidad necesaria para un
evidente progreso económico. En esta etapa, Capote recuperó todo su auge económico
y tecnológico, pero siempre bajo la supervisión de la curia romana, que
conquistó la Beturia, en el año 138 a. C.
Nada se sabe del abandono
definitivo del poblado, según los registros, sus habitantes abandonaron el
lugar, tras una salida rápida; según la estratigrafía del yacimiento se ha
podido datar que se produjo en el año 76 a. C, que coinciden con la guerra
civil contra Sertorio. Tras la victoria de Roma, la Beturia quedó integrada en
la nueva provincia de la Bética.
Con la puesta en valor de este
yacimiento, así como, con los trabajos científicos que ha generado, se ha
ampliado el conocimiento de los célticos en el suroeste peninsular que era
prácticamente inexistente. Extremadura,
ha apostado por la revalorización de esta zona arqueológica, y ahora le
corresponde a la población, en general, apoyar y conservar este hermoso Patrimonio
que nos han legado nuestros antepasados.
No sólo, nos encontramos ante un
yacimiento de unas características excepcionales, como así lo ha demostrado su
registro, sino también, se trata de una zona con un enorme valor Histórico,
Arqueológico y Etnográfico que se debe conservar y mantener, y sobre todo,
seguir apostando por este proyecto con nuevos trabajos de excavaciones e
investigación, para aunar en el conocimiento de un poblado como es el de
Capote.
El Centro de
Interpretación:
Una de las
actuaciones que se llevaron a cabo en el yacimiento para la adecuación de las visitas,
realizadas por la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura, ha sido la
realización de un Centro de Interpretación. En él, podemos encontrar una serie
de paneles explicativos de todo el proceso histórico de este asentamiento, así
como, reproducciones de objetos hallados en las excavaciones, una maqueta de
cómo sería el castro y un audiovisual, con tecnología digital en 3D, donde se
reconstruye la historia del yacimiento.
El centro está
dirigido por la historiadora Victoria, que una vez visionado el vídeo, te hace
una excelente aclaración de todo el recorrido del yacimiento, explicándote todo
tipo de dudas al respecto. Sin duda, un magnífico enclave para visitar, donde
puedes disfrutar de un rico patrimonio, de su rica gastronomía, y de una variedad
de flora y fauna.
Referencias:
- El altar prerromano de Capote. Luis Berrocal Rangel.
- Capote. La Ruta Céltica. Luis Berrocal Rangel.
-La Beturia: definición, límites, etnias y organización territorial. Susana Pérez. Brigham Young University. Utah.
Puente sobre el río Álamo |
Puerta principal. |
Lienzo de Torre defensiva para mejorar la protección del flanco sureste. |
Taller metalúrgico |
Calle central es la calle mas importante del poblado. |
Viviendas |
Santuario: está flanqueado por dos casas y levantado por un podio |
Centro de Interpretación. |
Lámina de oro con forma de hoja de laurel, hallada en el depósito. |
Ajuar cerámico recuperado en el Santuario (Foto: L. Berrocal) |