Los adjetivos, más comunes, con los que siempre nos
referimos a estos animales son los de repugnante y rastrero, que les vienen
atribuidos por su aspecto físico; su
cariz rastrero es porque sus patas traseras son más cortas que las delanteras,
unido esto al talante de su pelaje, provoca una cierta repugnancia con sólo
escuchar su nombre. Sin embargo, poseen unas cualidades excepcionales como son
la fuerza de sus mandíbulas, para triturar huesos, y su inteligencia.
Las hienas pertenecen a la familia de Hyaenidae, por su filogenia son cercanos a los félidos, con los que se les
trata de afiliar, y también se les asocia a los cánidos, sin embargo, son
mamíferos carnívoros separados, con su propia evolución en el reino animal.
Hay una gran variedad de hiénidos, que han poblado
Eurasia, que van desde la Adcrocuta, pasando por la Protictitherium, Chasmaporthetes hasta la Pachycrocuta y Crocuta,
estas últimas presentes en la Península Ibérica.
La primera especie que hace su
aparición en la Península, durante el Cuaternario, es la Pachycrouta brevirostris, su registro fósil, se extiende durante el pleistoceno inferior - medio, su tallaje es el más grande de las especies de
hienas, podían pesar alrededor de los 150 kg y con una altura de un metro.
Las podemos considerar como la especie más depredadora,
de la megafauna de la época, por la fuerza que transfiere sus mandíbulas que
podían triturar los dientes y los huesos más duros de sus presas (cráneos,
mandíbulas, patas..), así como, los huesos de animales, de gran tamaño, como
elefantes, rinocerontes, etc.
Reconstrucción de un cráneo de hiena gigante de Jordi Mestre |
Debido a su corpulencia no eran animales ágiles, de
ahí, que no se les considerasen cazadores, sino, más bien carroñeros, competían
con los demás carnívoros por las presas abatidas y, posteriormente, transportaban
los restos de los herbívoros a sus
cubiles, para alimentar a sus crías, y como disponían de unas potentes
mandíbulas trituraban las extremidades para obtener la médula. Sus dientes y
mandíbulas podían cortar perfectamente la carne y posteriormente triturar sus
huesos, pero además, estos animales tienen su sistema digestivo bastante
desarrollado para sus menesteres, sus ácidos gástricos son tan fuertes que
pueden digerir sus presas enteras para regurgitarlas posteriormente, como los
pelos, cuernas, pezuñas… Como vemos, son
bastantes selectivas y comen animales, en mal estado, que tampoco les afectan
mucho a su sistema bacteriano, por lo que son unas estupendas carroñeras y
limpiadoras de ecosistemas.
Esta especie está representada en varios yacimientos,
uno de ellos, es Venta Micena (1,5-1,6 Ma) que se generó en un entorno de
charcas, en las inmediaciones de un lago salobre y poco profundo, que cubría
una gran extensión de la cuenca de Baza. Dada las características del terreno
se han podido conservar los restos esqueléticos de las presas cazadas, por los
grandes carnívoros, que posteriormente han sido carroñeados, por las hienas.
Debido a los trabajos llevados a cabo, en el
yacimiento, se ha podido determinar que estos animales han sido los responsables
de generar esta acumulación de restos fósiles y gracias a los estudios
tafonómicos y biomecánicos, realizados por B. Martínez y P. Palmqvist, hoy día,
podemos conocer sus dimensiones corporales y hacernos una idea de su morfología
corporal, debido a que es una especie extinta en los ecosistemas actuales.
Cerca de Venta Micena, se encuentre el yacimiento de Fuente Nueva 3, también en
Orce (Granada), estudios recientes han determinado la competencia entre hienas
gigantes y homínidos por el aprovechamiento
de un cadáver de hembra de elefante (Mammuthus
meridionalis), según la interpretación de los autores del estudio,
encabezado por Espigares en 2013, el animal había muerto a la orilla del
pantano y los homínidos fueron los primeros en apropiarse de las extremidades y
cráneo. Las hienas hicieron su aparición, posteriormente, donde terminaron de
triturar el resto de la carcasa. Lo que se determina un comportamiento
competitivo entre homínidos y hienas.
Otro de los yacimientos paleontológicos, del
Plioceno-Pleistoceno, con registros de Pachycrouta
brevirostris, de excepcionales características es el de Fonelas P-1
(Granada), estudiado por A. Arribas, que se formó en un medio sedimentario
fluvial, de meandro abandonado, y representa un comedero al aire libre, de
las hienas, según se desprende de los
estudios tafonómicos.
También, en este mismo enclave, en el yacimiento de Fonelas
SCC-1 se han registrado asociados las
dos especies de carnívoros carroñeros la Pachycrouta
brevirostris y Hyaena brunnea, hiena
parda, con una antigüedad de 2,00 Ma. Según análisis de A. Arribas, la Hyaena brunnea es la única especie conocida durante el
Plio-pleistoceno en toda Eurasia, sólo hay registros en África.
En general, podemos decir que, la Pachycrouta brevirostris está presente en Europa, hasta el
Pleistoceno medio (0,5 Ma), y en la Península se registra en yacimientos como
Venta Micena (Granada), Fonelas (Granada), cueva Victoria (Murcia), Pontón de
la Oliva (Madrid), Casa Blanca (Castelló).
Durante el Pleistoceno inferior-medio hace su
aparición en el continente europeo la Crocuta
crocuta, hiena manchada, caracterizada por una dentición más pequeña y son,
ya, unas cazadoras eficaces. Prácticamente, esta especie se encuentra extendida
por casi toda la Península, aunque en la zona cantábrica desaparece antes del
Paleolítico Superior, no obstante, en algunos yacimientos de la zona Norte y
Andalucía permanecen hasta el Solutrense y Magdaleniense. También, comparte
territorio con la Hyaena hyaena,
hiena rayada, que es más pequeña que la hiena manchada, en la Península también
está extinta, pero se extiende en la actualidad por África e India. A raíz, de
la presencia de estas especies, durante el Pleistoceno europeo, entra en juego nuevas pautas en los modelos de
subsistencia de los grupos de cazadores, con los hiénidos, que coincidieron en
un territorio. Hoy día, con los registros de que disponemos, se puede
determinar la coexistencia en un mismo territorio de hiénidos y humanos. También se puede llegar a determinar cuál ha sido el agente acumulador
de los restos óseos presente en un yacimiento, que hasta ahora, había sido poco
estudiado. Con los nuevos hallazgos se van planteando diferentes hipótesis de
trabajo, una de ellas, es la alternancia en el espacio de ambos agentes, en
otros registros, por ejemplo, se puede observar la posición de cada uno de
ellos en la cadena trófica. Uno de los trabajos llevados a cabo, en este campo,
ha sido el de A. Rodríguez, en la cueva de Maltravieso (Cáceres), donde se
plantea dos hipótesis: bien que los Neandertales
entrasen en la cavidad directamente a cazar las hienas, en concreto la Crocuta crocuta, para posteriormente ser
comidas, como lo atestigua la presencia en el registro de marcas de carnicería, o
bien que los Neandertales cazasen y comiesen el cuerpo de las hienas cerca de
Maltravieso y los resto llegasen a la cavidad arrastrados por otros carnívoros.
Pero hasta que los trabajos, en la cavidad, y las investigaciones no prosperen, no
se podrá determinar quiénes fueron los primeros competidores en los
ecosistemas, y se desmitificará el hecho de que las hienas eran los grandes
competidores, en la cadena trófica.
En la Península tenemos registro fósil de Crocuta crocuta, en los yacimientos de
Atapuerca (Burgos), cueva de Maltravieso (Cáceres), Valle de Lozoya (Pinilla
del Valle, Madrid), sima de Abraham (Pliego, Córdoba), Cueva de la Griega y Cueva
Puerta de la Villa (Segovia).
Durante el Pleistoceno Superior tenemos la Crocuta crocuta spelaea, conocida como
hiena de las cavernas, fue la última población de esta especie que pobló la Península,
desaparecen en Europa Occidental entre 14.000 y 11.000 años. Su desaparición
viene precedida, de cambios climáticos que llevo parejo la desaparición de las
praderas. En España está registrada en los yacimientos de Carihüela (Granada),
Cueva de las Ventanas (Granada), Cova Negra (Valencia), Abric Romaní
(Barcelona), cueva del Reguerillo (Madrid), Cueva de la Zarzamora (Segovia),
Cueva Los Casares (Guadalajara).
Cada día, se va ampliando el número de registros con presencia
de estas especies, y gracias a los estudios arqueozoológicos, se plantean nuevas
hipótesis, sobre una ocupación
alternativa de algunas cavidades, tanto por parte de los hiénidos como
antrópica. Hay determinados yacimientos, que se pueden determinar tanto por la
industria lítica como por la marcas de corte, en los restos óseos, de unas
pautas de comportamiento en la subsistencia de las sociedades cazadoras que
coincidieron en un territorio con estos
carnívoros. Sin embargo, hay que valorar bien los registros, ya que, bien por
ausencia de datos en los yacimientos arqueológicos o bien por la formación de
palimpsestos en los depósitos se da lugar a una serie de interpretaciones
erróneas.
En general, podemos determinar que las poblaciones de
hienas se extendieron por la Península Ibérica, desde el Plioceno hasta bien
pasado el Pleistoceno Superior, como nos lo demuestran los registros fósiles.
Gracias a los estudios arqueozoológicos y tafonómicos, hoy día, podemos conocer
el comportamiento de estos animales extintos, que fueron los responsables de la
formación de una inmensa mayoría de yacimientos paleontológicos, como lo
atestiguan las concentraciones de restos óseos, hallados en los cubiles, que
nos ofrecen las mejores representaciones de la diversidad faunística, durante
todo el Plio-Pleistoceno y bien entrado el Holoceno en la Península.
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