En medio de la dehesa extremeña y
en pleno corazón de la comarca de La Serena, se encuentra una de las residencias
más emblemática y a la vez polémica de la Prehistoria española y que ha sido
considerada por el Historicismo Cultural como un palacio-santuario de origen
tartésico.
El hallazgo surgió a raíz de un
agricultor ilipense (1970), que quería labrar sus tierras y el arado no se lo
permitía debido a la concentración de piedras que se daban en ese lugar. Pero
gracias a la sensibilidad por el patrimonio histórico y arqueológico, y al rico
registro que se iba descubriendo, el maestro del pueblo de Zalamea de la
Serena, lo puso en conocimiento de las autoridades.
El hallazgo derivó en manos del
profesor Juan Maluquer de Motes (especialista en la cultura tartésica). En
aquella época (1978), Maluquer era inspector de excavaciones arqueológicas y decidió
llevar a cabo una intervención de urgencia, donde sería el Instituto de
Arqueología y Prehistoria de la Universidad de Barcelona la que se haría cargo
de los estudios. Tras el fallecimiento del profesor Maluquer, los trabajos
fueron continuados por el arqueólogo Sebastián Celestino Pérez.
El yacimiento fue fechado entre
los siglos V y VI a. C, está estructurado por un edificio central y rodeado por una serie de pequeñas
habitaciones. Toda la estructura constructiva se encuentra dentro de un foso
excavado en la roca. En el edificio se determinan tres etapas constructivas: la
primera fase se construyo sobre una cabaña ovalada donde se levanta el primer
edificio, de planta cuadrada, y está levantada con muros de adobe sobre una
base de mampostería, del s. VI a.C. Sobre esta base se edificó una segunda
planta donde se ha llegado a dominar hasta tres altares de adobe, dos de ellos
con forma de piel de vaca. Sobre esta
planta, en el s.V se edificó una tercera planta que es lo que le da a éste
edificio una personalidad propia.
Todo el edificio en sí fue
construido sobre una base sólida de piedras y alzado de adobe, todo el exterior
fue enlucido en arcilla roja, así como las habitaciones, mientras que el
interior fue tratado con cal blanca. Una de las habitaciones se encuentra
enlosada con lajas de pizarras.
En la parte central del edificio
se levantó la habitación principal, donde se alzó un gran pilar rectangular que
haría las veces de altar. A esta parte central se accede por un patio cuadrado
que dispone en el centro de un gran pozo que hoy día se sigue alimentando del agua del río Cagancha.
Pero lo más significativo de todo
el palacio, desde el punto de vista de la Arqueozoología, es la gran cantidad
de restos óseos de fauna que se han recuperado, gran parte de ella con
evidencias de marcas de corte, es decir, animales que fueron consumidos. Entre
los animales identificados tenemos vaca, corderos, jabalí, ciervo, cabra,
zorro, cerdo y caballo. El caballo es el animal más emblemático del yacimiento,
ya que, se encuentra representado en muchas manifestaciones artísticas y
rituales. Este animal posiblemente tendría un significado simbólico, ya que no
presentaba signos de haber sido supeditado o sometido a trabajos de tracción ni
de monta.
Otros objetos recuperados han
sido: una rica colección de cerámicas e instrumentos de hierro destinados a las
labores agrícolas y al mantenimiento del edificio. También cuenta con hoces, cuchillos, clavos,
pesas, molinos; y ánforas, brazaletes egipcios, cuentas de ámbar, brazaletes,
orzas, calderos, copas griegas, sellos de piedra y joyas de oro.
Como se describe al principio,
Cancho Roano, es un yacimiento que desde que fue descubierto se ha visto
rodeado de multitud de polémicas, por la variedad de hipótesis a las que se ha
visto sometido, debido a que se encontraba en una zona, Extremadura, con un
gran vacío de investigación y de registros arqueológicos.
La hipótesis que más ha prevalecido
a lo largo del tiempo ha sido la de un enclave fenicio, tartésico y su función
era la de un palacio-santuario basada en la teoría de Almagro Gorbea, pero
según las últimas investigaciones basadas en los registros encontrados en la
zona como: el yacimiento de La Mata (Campanario, Badajoz), Turuñuelo (Guareña, Badajoz),
y Tamborrico (Villanueva de la Serena, Badajoz) se está viendo que se trata más bien de formaciones
económico-sociales del Bronce Final o formaciones con tecnología del hierro que
expandieron sus estructuras y sistemas de explotación del medio a sus
territorios circundantes, considerando estos grandes edificios como residencias
rurales de algún linaje aristocrático. En los alrededores de estas residencias
aparecen necrópolis y pequeños poblados que le dan a estos edificios un papel
de centro de dominio agrícola; son las formaciones sociales que se van
consolidando e introducen nuevos ordenamientos territoriales aristocráticos,
basados en la propiedad privada de las tierras agrícolas y ganaderas.
Se puede decir que estas
formaciones económicas-sociales locales de época post-orientalizante han
recibido conexiones con las culturas tartésica, fenicia y griega dedicadas al
comercio que se localizaba en el sur peninsular.
Observaciones: Para las personas
que quieran visitar este yacimiento decir que se encuentra a tan sólo 10Km de
la población de Zalamea de la Serena (Badajoz). El lugar cuenta con un Centro
de Interpretación que acoge objetos encontrados durante las excavaciones, así
como, una enorme maqueta. También cuenta con enormes paneles donde se refleja a
través de fotografías, los hallazgos registrados en el yacimiento.
Como todo Centro de Interpretación cumple la función de información,
divulgación y educación, en definitiva, una excepcional puesta en valor del
yacimiento, donde el visitante adquiere una visión global del funcionamiento de
este edificio. Decir que todos los trabajos desarrollados en el yacimiento han
sido financiados por la Junta de Extremadura y de la Mancomunidad de Municipios
de la Serena, y han supuesto un desarrollo económico a los municipios, dando
lugar a una expansión turística de la zona.
También decir, para aquellas
personas que estén interesadas en conocer toda la trayectoria arqueológica y la
bibliografía que se ha generado desde el año 1980 al 2010, la Diputación de
Badajoz ha editado la obra: “Cancho
Roano: más que palabras. Bibliografía crítica sobre el yacimiento
post-orientalizante de Zalamea de la Serena” del arqueólogo Javier Jiménez
Ávila. Un excelente trabajo historiográfico de este singular yacimiento.
Muy interesante Isabel!
ResponderEliminarGracias Carmen¡ Sí que es interesante, fue declarado Monumento Nacional en 1986, se conserva en muy buen estado y la puesta en valor que se ha llevado a cabo está muy bien. Si alguna vez pasáis por Badajoz no dudéis en parar, es una zona muy recomendable.
EliminarSaludos. Isabel
Comparto la opinión de Carmen.... Además me encanta leer todo lo que se escribe sobre este yacimiento. Saludos, nos vemos.
ResponderEliminarGracias Salvador, vienen buenos tiempos de investigación para esta zona, pronto saldrán a la luz nuevas investigaciones de estos yacimientos.. Saludos Salvador
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