Muchas veces junto a
los restos líticos, los yacimientos nos
ofrecen restos paleontológicos de animales que habitaron en aguas continentales
o marinas y, que sirvieron de sustento a los grupos humanos del paleolítico.
Recientemente, Jean-Marc Pétillon ha publicado en
la revista Journal of Human Evolution, un artículo donde plantea la
revisión de los hallazgos de veintitrés yacimientos Magdalenienses de la zona
de los Pirineos, así como, los registros Magdalenienses de la cueva de Isturiz,
situado en su parte más occidental.
En once yacimientos de la parte central de los Pirineos se
hallaron un total de 109 artefactos de huesos de ballena, en su mayoría eran
cabezas de proyectil, de grandes dimensiones. Según el estudio se ha
determinado que el origen de los restos óseos de ballena procedía de animales
que habitaron en el atlántico, y que los objetos hechos de este material fueron
transportados a lo largo de los Pirineos hasta la parte central, recorriendo
distancias que superaban los 350 Km, desde la costa.
Este fenómeno parece haber tenido lugar durante la segunda
mitad del Magdaleniense medio y la primera del Magdaleniense tardío, ca
17,5-15 cal BP.
También se aprecia diferencias en las cabezas de los
proyectiles de hueso, entre el Magdaleniense medio y el superior que nos
indican un proceso evolutivo en el diseño de las armas de caza.
El objetivo de la revisión de este material óseo es demostrar la existencia de una
red de distribución, entre la costa y el interior, tanto de herramientas como
de armas de origen costero, tanto desde la costa más occidental, donde el autor
ha realizado una comparativa de los yacimientos desde la cueva de Isturiz, con
los asentamientos en el interior. Este estudio nos viene a demostrar la movilidad costa-interior
de estos grupos de cazadores recolectores y a un contacto cultural entre ellos, que se viene desarrollando a lo largo de
toda la franja franco-cantábrico durante este periodo.
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