María Encarnación Cabré fue una
pionera dentro del mundo de la Arqueología, aunque, podemos decir que se crío
entre cerámicas, vasijas, molinos y todo tipo
de registro arqueológico, ya que, era hija del prestigioso arqueólogo
Juan Cabré y éste hecho le dio la oportunidad de estar en contacto con excavaciones
desde una edad muy temprana, además de un bagaje de conocimiento que fue
forjando una vocación por esta especialidad.
Corría el año 1911 cuando nació Mª
Encarnación, en una época en que el panorama laboral para la mujer era casi
inexistente; en esta época las únicas salidas laborales que tenían las mujeres eran
el magisterio, archivos y bibliotecas; será ésta última, la que le abrirá las
puertas a la mujer para tener acceso a
la Arqueología. Pero Mª Encarnación ya desde pequeña acompañaba a su padre a
las excavaciones, era su más estrecha colaboradora, realmente participó en
varias campañas que se realizaron en el Castro de Las Cogotas (Cardeñosa, Ávila)
y en la necrópolis de La Osera; de hecho, realizaba multitud de dibujos de las
piezas recuperadas de una excelente calidad y siempre tomaba notas in situ, en su cuaderno de campo, sobre
los trabajos que se realizaban en las excavaciones en el día a día. Con apenas 18 años ya participó en el IV
Congreso Internacional de Arqueología, celebrado en Barcelona, en 1929, que
estaba presidido por Mélida y actuaba como secretario Bosch Gimpera, allí
presentaría junto a su padre una comunicación sobre la cerámica de Cogotas.
Para ello, estudió Filosofía y Letras,
sección Historia, en la Universidad Complutense de Madrid, que finalizó en
1932. Ya antes de terminar la Licenciatura participó en el XV Congreso
Internacional de Arqueología y Antropología Prehistórica, que se celebró en
Portugal, donde presentó un estudio sobre cerámica peninsular. También
sustituyó a su padre en la excavación de Alcalá de Azaila (Teruel), sin haber
terminado aún, sus estudios. Cuando finalizó su Licenciatura se matriculó para
realizar los cursos de Doctorado, para ello solicitó una beca de la Junta
Superior de Ampliación de estudios de Madrid, para poder asistir a cursos en
las Universidades de Berlín y Hamburgo, donde llevó a cabo cursos de
Prehistoria y Etnografía. En esta época obtuvo una beca para participar en el
Crucero del Mediterráneo (para realizar prácticas de arqueología) y a su
regreso obtuvo un puesto como profesora ayudante en el departamento de Arte de
la Universidad Central.
Viajó por varios países para impartir
conferencias y reunir información para su Tesis Doctoral, que no llegó a
terminar, entre ellos se encontraba: Marruecos, Alemania, Francia, Austria,
Italia, Checoslovaquia y Suiza. Quizás, uno de sus trabajos
más reconocidos fue el que realizó en la cueva de los Casares, en Riba de
Saelices (Guadalajara), donde llevó a cabo los grabados de arte rupestre
paleolíticos, y los dio a conocer tanto en Inglaterra como en Alemania y en
Bruselas, en el XVI Congreso Internacional de Antropología.
Su trabajo más meritorio
podemos decir que fue el de salvaguardar el patrimonio artístico que teníamos
en el Museo Nacional, durante el período de la Guerra Civil Española. Durante este
periodo Mª Encarnación se quedó en Madrid con su padre, (que rechazó la propuesta
de trasladarse a Valencia cuando estalló ésta), que por aquella fecha era
director del Museo Cerralbo. La guerra afectó negativamente en la vida de
Encarnación porque tuvo que abandonar su fase investigadora y pública que había
llevado hasta ese momento. En 1939 contrajo matrimonio y tuvo ocho hijos. La
vida familiar y los acontecimientos políticos que la rodeaban, unidos a la
muerte de su padre y la de una de sus hijas, fue mermando poco a poco la vida
laboral tan fructífera que había llevado; aunque nunca se separó
totalmente de la Arqueología, así, mandaba trabajos a la revista de Guimaraes y
a revistas de Prehistoria españolas, así como, a congresos; pero siempre con el
objetivo de mantener vivo el nombre de su padre que había fallecido en 1947.
Cuando uno de sus hijos, Juan
Antonio, terminó la Licenciatura de Filosofía y Letras, Encarnación volvió poco
a poco a retomar sus estudios arqueológicos y colabora con su hijo en dichos
trabajos.
Referencias:
- Baquenado Beltrán, I., 1993: “Encarnación Cabré Herreros. La primera mujer en la arqueología española”. Revista de Arqueología, 146.
- Baquenado Beltrán, I., 1993: “Encarnación Cabré Herreros. La primera mujer en la arqueología española”. Revista de Arqueología, 146.
Encarnación sentada junto a una vasija hallada en el Cerro de El Castillo (Cardiñosa, Ávila) 1928. Foto: Ministerio de Cultura. Fototeca del Patrimonio Artístico Archivo J.Cabré. |
Encarnación tomando notas de un hallazgo en la necrópolis de La Osera. Foto: Ministerio de Cultura. Fototeca del Patrimonio Artístico Archivo J.Cabré |
Encarnación, en la necrópolis del castro de Las Cogotas (Cardiñosa, Ávila) 1927. Foto:Ministerio de Cultura. Fototeca del Patrimonio Artístico Archivo J.Cabré. |
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