El arte rupestre prehistórico
es uno de los fenómenos culturales que más literatura e hipótesis ha generado a
lo largo de las últimas décadas. En Andalucía, en concreto, este fenómeno se ha
catalogado siempre dentro de dos grandes grupos estilísticos culturales. Por un
lado, han estado los santuarios parietales subterráneos del Pleistoceno, con sus
diferentes fases del Paleolítico Superior; y por otro lado han estado las
manifestaciones post-paleolíticas, donde se encuadrarían los momentos
holocénicos y que reflejan los fenómenos esquemáticos. Hoy hablaré del
santuario prehistórico más importante, del sur peninsular, como es la Cueva de
la Pileta, en Málaga.
Dicha cavidad fue
descubierta en 1905 por José Bullón Lobato, cuando iba buscando murcielaguina
para abonar sus tierras, descendió a la cavidad por una pequeña sima, con una
rudimentaria cuerda. En estas primeras incursiones a la cavidad, el descubridor
fue localizando restos de cerámica, pinturas, restos humanos, etc; lo que más
le llamó la atención fueron las pinturas rupestres en forma de signos esquemáticos,
por eso la denominó, en un principio, “Cueva de los Letreros”, porque los
signos le parecían que fuesen letras.
En 1911, visitó el
cortijo de Harillo un inglés afincado en Jimera de Libar, era aficionado a la
ornitología, y pasó por allí para buscar huevos de las grajas que habitaban en
la sima de los Murciélagos, y fue cuando José Bullón le comentó lo que había
visto en la cueva y se ofreció para acompañarle en su próxima visita. Su asombro, por lo que había visto, le llevó
a publicar este hallazgo en la revista Saturday
Review. Esta pequeña referencia bibliográfica llegó a manos del Abate
Breuil, que preparó una expedición al sur peninsular, para visitar la cueva,
acompañado de Hugo Obermaier, Paul Wernet y Juan Cabré.Toda la documentación
que habían extraído de sus trabajos, la plasman en la monografía: La Pileta à Benaojan.
De esta forma,
dentro de sus labores cotidianas, se descubrió la que posteriormente ha sido
considerada la cueva con mayor riqueza artística en el extremo meridional de la
Península Ibérica.
Posteriormente, José
Bullón legó su propiedad de la cueva a su hijo Tomás Bullón que fue quién llevó
a cabo una serie de trabajos de acondicionamiento para que la cueva pudiese ser
visitable y también descubrió la puerta por la que hoy día se accede a la
cavidad.
Pasando a los
registros artísticos que encontramos en la cavidad se ven plasmados los dos
episodios culturales del Paleolítico Superior, uno es el solutrense y el otro
el arte magdaleniense. Durante el episodio solutrense en la cavidad vemos
plasmado dos temas principalmente, uno atribuido a la figura de los animales y
el segundo el formado por ideomorfos o abstractos. Respecto a la fauna
representada, durante el solutrense, se encuentran los animales típicos de
climas cálidos, como los bóvidos, cápridos, cérvidos y équidos.
En la zona de la
Nave Central es donde aparecen las primeras representaciones artísticas de
color ocre, rojizos y amarillentos que representan un caballo, una cabeza de
toro y signos esquemáticos.
En la sala del
Salón, destacan un reno, un ciervo, un caballo amarillo, cabra negra y vaca
rojiza, y signos esquemáticos. Pero quizás el lugar emblemático de la cavidad
por su belleza y perfección es el conocido por el “El santuario”, donde se
representa una yegua preñada y una representación de animales de época
solutrense, que fueron estudiados por los profesores Francisco Jordá Cerdá y Eduardo
Ripoll Perelló.
Otras de las salas
emblemáticas es la Sala del Pez, la más conocida de toda la cavidad, donde se
representa los primeros pisciformes, en este caso en concreto se representa un
gran pez, de especie marina, dentro de la especie han representado una foca y
encima de éste se aprecia el dibujo de una cierva; a la izquierda de ese panel
se puede apreciar también la figura de un chamán y el negativo de una mano.
A lo largo de toda
la cueva se aprecian multitud de representaciones de animales y signos
esquemáticos, que van desde el auriñaciense, solutrense, magdaleniense y
neolítico, y es en éste último periodo donde se han encontrado más
representaciones. También hay que destacar las representaciones de figuras
humanas, como la figura del arquero, con claras influencias levantinas.
Ni que decir tiene
que la cavidad además de servir de lugar de hábitat fue un lugar de encuentro
de los grupos de cazadores-recolectores procedentes tanto de la vertiente
Mediterránea como de la Banda Atlántica.
Observación: Nuestro
agradecimiento a José Antonio Bullón por sus explicaciones y por habernos acompañado en la visita, así como a Francisco Giles Pacheco, por su
esfuerzo, gestión, y explicaciones a lo largo del recorrido de esta cueva.
Referencia: José Antonio Bullón, La cueva de La Pileta. IPEK. Jahrbch fur prahistorische & Ethnographische kunst.
Referencia: José Antonio Bullón, La cueva de La Pileta. IPEK. Jahrbch fur prahistorische & Ethnographische kunst.
José Antonio Bullón actual propietario y conservador de la cavidad. |
A la entrada de la cueva con el arqueólogo Francisco Giles Pacheco. |
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