Desde febrero, el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz acoge la exposición, “En estudio: El Turuñuelo de Guareña”, una muestra de una serie de piezas halladas en el yacimiento de Guareña o Casas del Turuñuelo (Badajoz). Podemos considerar éste yacimiento como uno de los más significados de las últimas décadas de la Protohistoria de la Península Ibérica.
La exposición ha sido
organizada por el propio Museo Arqueológico Provincial, la Consejería de
Cultura Turismo y Deporte y los responsables del proyecto I+D “Construyendo
Tarteso”, codirigido por Sebastián Celestino y Esther Rodríguez.
Con esta muestra se ha
pretendido dar a conocer las funciones religiosas, sociales, agrícolas y
ganaderas de los pobladores que vivieron aquí; en definitiva, conocer sus costumbres, sus
gustos y creencias.
Se han expuesto objetos
metálicos de hierro y bronce, como parrilla utilizada para cocinar y jarrones
para el vino, un elemento fundamental en los banquetes durante la antigüedad,
así como, vajillas de cerámicas tanto para beber como comer. Una exposición que
refleja las labores agrícolas y ganaderas, sin perder de vista las actividades
comerciales, basadas en el trueque de los productos, y algunos necesitaban de
una transición justa, donde se utilizaban un sistema de pesas y medidas estandarizadas.
La agricultura debió de
ejercer un gran poder junto a la ganadería, donde las élites que se asentaban
en estos territorios, donde se sitúa el Turuñuelo debieron de ejercer su
control en la producción agrícola, como queda reflejado en las herramientas de
hierro. Respecto a la ganadería se muestran puntas de lanza y bocados para
montar a caballo, estos animales aparecieron sus restos en el patio del
edificio, lo que hace suponer que fueron sacrificados antes de su destrucción (https://solohuesos-isabelcaceres.blogspot.com/2017/07/los-caballos-en-el-santuario-tartesico.html).
Tanto la arquitectura del
edificio como los objetos seleccionados para la exposición, plantean a los
arqueólogos una fecha de s. VIII – V a. C, donde se desarrollaría una cultura
de Tarteso que es el resultado de la mezcla de las comunidades de indígenas del
suroeste peninsular y los colonizadores procedentes del Mediterráneo,
principalmente fenicios; y que ocuparon estas tierras adquiriendo un gran poder
económico. Su declive fue mermando poco a poco, hasta que su mundo entra en
crisis hasta su desaparición, siglos antes de que cartagineses y romanos se
enfrentaron en la disputa del control del Mediterráneo.
Una prueba de ésta
ostentación de poder, que hacían, lo vemos reflejado en los objetos de vidrio,
cajitas de marfil y huesos decorados que nos muestran las relaciones comerciales
entre dos áreas geográficas distantes.
Los pies de una diosa
venida del mar, esculpidas en mármol ático pintado en enérgicos colores, nos
señala que nos encontramos en un espacio donde pudo convivir el poder civil con
el religioso. En este yacimiento se lleva excavando desde el año 2015, donde se
han realizado 5 campañas y han sacado a la luz parte del edificio monumental,
perfectamente conservado como el de Cando Roano (Zalamea de la Serena), y nos viene a poner de
manifiesto el final de esta comunidad, un final trágico, envuelto en
sacrificios masivos de animales (caballos, toros…) y un gran banquete final.
Una exposición muy bien documentada, a través de doce vitrinas, y además cuenta con vídeos e imágenes de las excavaciones y reconstrucciones del yacimiento, tanto de su contexto espacial, histórico-cultural y sobre todo arqueológico. Permanecerá en el Museo hasta el día 12 de marzo. Y en marzo viajará a Madrid, donde se expondrá hasta septiembre bajo el enunciado “Los últimos días de Tarteso”.
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