jueves, 23 de noviembre de 2023

LOS VETTONES: arqueología de sus poblados.

Uno de los pueblos de la Península Ibérica, mejor conocido, antes de la llegada de los romanos ha sido el pueblo Vettón. Se asentaron en las zonas graníticas del suroeste de la Meseta Norte y del Occidente de la Meseta Sur y Extremadura; y desarrollaron la Cultura de Cogotas II o Cultura de los Verracos. Sus orígenes se adentran en la Segunda Edad del Hierro (s. V-II a. C), son pueblos que tienen unas raíces celtas y se instalaron en estas tierras por la riqueza de las mismas, tanto para el cultivo como para la ganadería; y sus poblados estaban protegidos por recintos amurallados.

Los vettones formaban clanes ganaderos, pastores de cabras, cerdos y vacas. En el interior de los hogares las mujeres molían el grano y tejían en telares rudimentarios paños de lanas, mientras en los talleres se fundían el metal o se modelaban con barro jarras, tinajas y cuencos. Aprovechaban lo que la naturaleza les proporcionaba en cuanto a madera, fruta y carne. Comerciaban con los pueblos venidos del sur peninsular y el levante.

Con la llegada de los romanos sus leyes y costumbres se modificaron, en cuanto que hubo una mejora en las vías de comunicación y la llegada de la moneda les facilitó el comercio.

El hecho de que, hoy día, se conozca mejor la cultura vetona es debido a los trabajos de investigación que han venido realizando: Jesús Álvarez-Sanchis, Eduardo Sánchez Moreno, Manuel Salinas Frías, sobre todo las aportaciones de Almagro-Gorbea; y las intervenciones arqueológicas que se han llevado a cabo en diferentes castros de la Meseta Norte, como el Castro de Yecla la Vieja, en  Yecla de Yeltes (Salamanca) y el de Las Marchanas, en Lumbrales (Salamanca), tanto uno como otro, son de los castros mejor conservados en el territorio Vettón.

                                   EL CASTRO DE YECLA LA VIEJA

El castro posee una posición estratégica en lo alto de un cerro y rodeado por el río Huebra y el arroyo Varlaña; además de su impresionante muralla, que lo hacen totalmente infranqueable, y que sorprende por su altura y grosor. La muralla que lo delimita se adapta al terreno y al relieve, se colocó directamente sobre la roca, que está formada por dos muros uno exterior y otro interior. Los muros están inclinados para conseguir una estructura más estable y segura; y la muralla fue reforzada en los puntos más débiles, en las zonas con menos protección y sus flancos están menos protegidos. En estas zonas se colocaron una serie de barreras defensivas a base de piedras hincadas en el suelo para que el enemigo tuviera que desmontar de sus caballos y tener que luchar a pie y de esta forma fuese más difícil defenderse.

En todo el perímetro del castro, se abrieron tres puertas, una al norte que es la más grande con 5 metros de ancho y forma un pasillo de 9m de largo, hacia dentro del poblado, formando un embudo. En el sur, hay otra puerta por la que se bajaba a los campos de cultivo. En la zona este está la tercera puerta. Dentro de las murallas se sabe que vivían la población, y tenían un urbanismo que constaba de una calle principal que unía la puerta norte con la sur. En las últimas excavaciones se ha descubierto una casa donde sus cimientos de piedra se apoyaban sobre la roca natural. 

Un factor muy llamativo dentro del castro es la presencia de grabados realizados sobre los sillares, en ellos se ven representaciones de grabados de caballos de formas esquemáticas, jabalíes, burro, toro, gato, lobo, serpiente, hay muy pocas representaciones de figuras humanas y animales, hay unas cuantas figuras de jinetes armados con lanzas que persiguen a jabalíes, lo que nos determinan que los vettones eran cazadores.

En el camino, que te conduce al arroyo Varlaña, se encuentra un afloramiento rocoso que tiene uno de los conjuntos de grabados rupestres más interesantes del castro. Se le ha llamado “Los siete infantes de Lara”, en él se aprecia siete caballos, un perro grabado en la roca, varios símbolos y una inscripción de época medieval.

Los edificios del poblado no se han conservado, y la muralla en algunas zonas han tenido que ser restaurada, pero en su gran mayoría los sillares permanecen intactos. A la entrada del mismo se encuentra la ermita de El Castillo de época medieval y donde se reutilizan muchos de los materiales de época romana.

Este fuerte sería ocupado hasta el siglo XII que fue abandonado por sus pobladores para asentarse en la zona más llanas, lo que sería la actual localidad de Yecla de Yeltes (Salamanca).

Es una de las fortificaciones protohistóricas mejor conservadas de la zona oeste de Castilla y León.








Necrópolis

          CASTRO DE LAS MERCHANAS (Lumbrales, Salamanca).

Situación:

Muy cerca del castro Yecla la Vieja se encuentra el castro de Las Merchanas. Su ubicación es sobre un promontorio granítico en lo que configura el meandro del río Camares. Está rodeado de una gran muralla que se ha construido con piedras, sin ningún tipo de argamasa. La técnica es muy significativa ya que consta de dos paramentos, uno externo donde se han utilizado piedras de gran tamaño o sillarejo y otro espacio interior relleno de piedras más pequeñas o cantos. La muralla es más ancha en su base, lo que le da consistencia y estabilidad y tiene una altura media de dos o tres metros. Debido a que el terreno presenta muchas zonas de roquedo, la muralla se ha ido adaptando al suelo, donde el poblado quedaba indefenso se construía la muralla de siete metros de espesor y donde la topografía lo hace innecesaria no se construye muralla, de tal forma que el castro sólo dispone de dos entradas. La construcción de la estructura en esviaje le proporciona seguridad de defensa al castro, impidiéndole, así, un ataque masivo. La entrada principal tiene dos torreones que son los que flanquean este cuello de botella de unos diez metros de largo.

La visita al recinto es muy cómoda se realiza por un camino señalizado, todo muy bien indicado; y te conduce hasta un mirador, donde puedes apreciar la posición estratégica del mismo, ante posibles amenazas del exterior, y donde la mejor defensa, se la da, el río Camares y la gran muralla. Para reforzar más la zona defensiva, en la entrada principal, se colocaron una serie de hileras de piedras en vertical para que la caballería no tuviese acceso al mismo.

Origen:

Su origen se remonta al s. V a. C hasta el s. V d. C, como los castros de los alrededores. Es de época prerromana. Como he comentado es una sociedad muy jerarquizada, su medio de vida era la ganadería y la metalurgia, aunque también practicaban el comercio y la artesanía. También tenían como signo distintivo los verracos que son esculturas zoomorfas trabajadas en granito, aunque los hay con otro tipo de piedras, estas esculturas representan, normalmente, a toros, cerdos, jabalíes. Se han localizados en diferentes lugares como cerca de los castros, en las necrópolis, zonas de pastos, hay varias hipótesis al respecto, se cree que se colocaban para indicar la zona de buenos pastos o el límite de éstos. Ya en época romana lo reutilizaron como monumento funerario.

Intervenciones Arqueológicas:

Estamos ante uno de los monumentos patrimoniales más ricos de la Península Ibérica, sobre todo de Castilla – León, pero hasta hace muy poco tiempo no ha sido reconocido su gran valor histórico y arqueológico; y ha sido gracias a una serie de diligencias por parte de una determinada población que le interesa su patrimonio, es decir sus raíces, como normalmente suele ocurrir en este país. 

Las primeras referencias son del año 1931 que fue declarado monumento perteneciente al Tesoro Artístico Nacional. Pasó al olvido hasta 1952 que Juan Maluquer de Motes llevó a cabo tres campañas (1952 a 1955) de excavaciones, dónde se intervinieron en tres zonas con diferentes catas, zona de necrópolis, zona centro. En la zona centro se ubicaba un alto paredón de 4m exento, se trataba de un edificio público romano, donde se localizaron varias esculturas de mármol, un ara, un pequeño bronce de Magno Máximo (de la dinastía de los Flavios), de origen Hispano. 

Además, los objetos que se recuperaron también se encontraban fíbulas, hebillas de bronce, fusayolas de barro, vasijas de cerámica, cuchillos de hierro, cinceles, azuelas de hierro, fragmentos de tégulas, monedas, cerámica de sigilata…

En el año 1981 nace la Asociación Amigos de Lumbrales, uno de sus objetivos prioritarios era la recuperación del castro de Las Marchanas. Se consiguió que el propietario de la finca, donde se encontraba el castro, vendiese los terrenos que ocupaba el poblado.

En 2005 se logró que los propietarios de la finca lo donasen, por el valor “de 1 euro”. De esta forma el castro paso a pertenecer al Ayuntamiento de Lumbrales. Se comenzó la puesta en valor del mismo. La primera en intervenir fue la Fundación Patrimonio Histórico de Castilla y León, en el marco del proyecto Europeo Interreg III, entre España y Portugal, “Patrimonio Fortificado en la Frontera: Origen e Historia” que en colaboración con el Instituto Portugués do Patrimonio Arquitectónico, con Dirección Regional de Castelo Branco y con la ayuda financiera de la Unión Europea se han rehabilitado los muros, puerta de acceso, señalización de caminos, aparcamientos, reconstrucción de un antiguo molino; y en la puerta norte se coloca el Verraco construido en piedra de granito y cartelería explicativa.

Las últimas intervenciones arqueológicas llevadas a cabo, en 2005 a 2011, han dejado al descubierto una necrópolis, que se encontraba fuera del castro, que correspondería a los últimos habitantes. Se han recuperado 36 tumbas datadas en el s. V de. C y excavadas sobre el propio terreno. Unas estaban cubiertas con tejas planas a dos aguas y otras con losas de piedras. Pero quizás, el hallazgo más antiguo de este castro haya sido una lámina de bronce con una inscripción que decía en latín: TES(S)ERA CAURIE(N)SIS MAGISTRATU TURI.

El castro tuvo una continuidad hasta el siglo V después de Cristo, que es destruido en el período de las invasiones germánicas. Durante el siglo IV se ha registrado un asentamiento militar que tendría como objetivo la vigilancia de las minas de estaño del noroeste.











Referencias:

- Juan Maluquer de Motes., 1968: Excavaciones arqueológicas en el castro de “Las Marchenas”, Lumbrares. Salamanca. Pyrenne, nº 4.

- Martín Almagro Gorbea, 2009: Arqueología Vettona. La Meseta occidental en la Edad del Hierro. Zona Arqueológica 12.

- Manuel Salinas Frías, 2001: Los vettones. Indigenismo y romanización en el occidente de la Meseta. Estudios Históricos y Geográficos: 34.

- Jesús R. Alvarez Sanchis, 2003: Los vettones. Real Academia de la Historia. Madrid.


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